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El Madrid golpea y el Villarreal acaricia

La pegada y el contragolpe de los blancos destrozaron a un equipo de Marcelino que tocó bien pero no dominó las áreas

MADRID Actualizado: Guardar
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La diferencia de presupuesto se observa en este tipo de partidos. Desgobernado en el centro del campo, sin dominio y cansado quizá por el esfuerzo copero en el derbi, el Madrid vivió de su pegada descomunal y acabó goleando a un Villarreal exquisito en el toque pero poco vigilante y muy blandito en las zonas de definición. Casi siempre al contragolpe, el bloque de Ancelotti resolvió uno de esos partidos trampa que depara el calendario. Gareth Bale fue de lo más productivo en su vuelta, Jesé disfrutó de su idilio con la afición con otro gol genial y Benzema anotó por partida doble para noquear a un equipo de La Plana que dispone de potencial para luchar hasta el final por el cuarto puesto. Es un club elegante y estiloso que ni por asomo responde al perfil de un recién ascendido.

Bale no debe ser supersticioso porque le encanta el amarillo. Se estrenó de blanco con gol en El Madrigal y volvió a resultar decisivo y al ver puerta en el choque de la segunda vuelta liguera ante el Villarreal . Está lastrado por las lesiones, la presión añadida que provoca su desproporcionado coste y ese período de aclimatación que suelen sufrir los británicos cuando cambian de costumbres, pero sus números le avalan. A base de goles y asistencias, silencia a sus críticos. Le falta continuidad y más participación en el juego colectivo pero cuando recibe y encara es bestial. Y define con grandeza. Ya suma 11 goles esta temporada, nueve de ellos en una Liga en la que se ha perdido aproximadamente la mitad de los minutos.

No había noticias en el Bernabéu hasta que Chechu Dorado cometió un error de principiante. Se intentó recrear en defensa, sin darse cuenta de que se le acercaba la sombra de Bale. La perdió el central, Gareth se internó y la picó con sutileza sobre la tímida salida de Asenjo. Marcelino se indignó con uno de esos errores que desbaratan los planes de toda una semana. Seguro que el asturiano había persuadido a sus jugadores sobre la necesidad de salir con ímpetu, concentración y máximo cuidado ante las estrellas blancas, y resulta que a los seis minutos regalaron un gol imperdonable. Una cosa es salir tocando y otra hacerse el haraquiri.

El 'submarino', que en al arranque había protestado tímidamente por un más que dudoso fuera de juego señalado a Giovani cuando se marchaba solo, trató de emerger con ese juego fino que le adorna. Faltaban Uche y Cani, lesionados, pero el Villarreal responde más a una filosofía que a las individualidades y toca el balón con elegancia. El problema es que le falta contundencia en las dos áreas, hándicaps muy relacionados con el dinero. Y esa rémora es definitiva ante un oponente como el Madrid. Los de Ancelotti regalaron demasiados metros a los de Marcelino, golpeados de nuevo en otra acción aislada que tuvo la firma de Bale. Se internó por la derecha, se marchó de Jaume Costa con suma facilidad y su centro lo remató Benzema.

Acelerones

La cita parecía resuelta a pesar de que el Villarreal dominaba cada vez más y manejaba con autoridad la zona de creación, donde la ausencia de Xabi Alonso siempre la acusa el Madrid. Illarramendi tiene buen presente y gran futuro pero el puesto de mediocentro en el Madrid todavía le queda grande. Frunció el ceño Carletto cuando vio que Marcelo sufrió un tirón en la zona lumbar que le obligó a pedir el cambio. Más aún se lamentó el técnico italiano al comprobar que Coentrao, el sustituto de un brasileño con aparente sobrepeso, se retiró en el descanso contracturado. Entonces, el Villarreal se había metido de lleno en el partido con un golazo extraordinario. Combinación, internada y disparo a la escuadra del lateral Mario.

La segunda mitad continuó por los mismos derroteros. Dominio indiscutible del Villarreal y arrebatos del Madrid. Otra noche cualquiera podría decirse que los visitantes rozaban el empate, pero el Bernabéu es otro mundo. De pronto, entre Benzema, Di María y Jesé trazaron una triangulación maravillosa que culminó el grancanario con una 'delicatessen'. Demasiado castigo para los soldados de Marcelino, que volvieron a soñar tras un maravilloso golpe franco ejecutado por Giovanni. Pero en otro acelerón, Benzema marcó las distancias. Y no estaba Cristiano.