Lendoiro , durante la rueda de prensa de su despedida. / Efe | Atlas
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El pazo de Riazor se queda sin señor

Lendoiro convirtió al Deportivo en uno de los grandes pero lo deja en una situación económica crítica tras un cuarto de siglo de peculiar gestión

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Desde el pozo de la Segunda División B, hasta la Champions League y de nuevo a las angustias económicas. Augusto Cásar Lendoiro pone fin este martes a un cuarto de siglo al frente del Deportivo con más luces que sombras. Faltan horas para conocer al sucesor de esta figura emblemática que ha permanecido al mando de la entidad en una época de duras decisiones, gloria, luchas y fracasos.

Este gallego perseverante nacido en la pequeña localidad de Corcubión (A Coruña) llegó a la presidencia del club cuando sufría en lo más profundo de la categoría de bronce, allá por 1988. El Depor consiguió salvarse del descenso en el último encuentro de Liga y desde ahí comenzó a forjar un equipo grande que llegó a ganar algunos de los máximos títulos a los se puede aspirar.

La pasada Nochebuena anunció su retirada, tras una junta de accionistas en la que se le rechazaron todos los puntos expuestos ante sus compañeros. A los 69 años de edad y tras poner el foco de su vida en pos del deportivismo, donde también se puso un gran sueldo que alcanzaba el 1% del presupuesto anual del club, Lendoiro decidió que no quería ser un estorbo.

Aunque hay opiniones diferentes y hasta contradictorias sobre su polémica gestión, la afición elogió en buena medida a este peculiar presidente en el pasado encuentro liguero ante la UD Las Palmas. Recibió grandes muestras de cariño de los asistentes que desplegaron pancartas con emotivos mensajes y le aplaudieron sin poder tapar del todo los abucheos de los disconformes.

No pudo despedirse del palco de Riazor con una victoria de los suyos, pero sí que vio recompensados su trabajo como presidente cuando bajó al césped en el descanso y el estadio le mostró su respeto y agradecimiento por esa Liga, cinco subcampeonatos, dos Copas del Rey, tres Supercopas de España y una semifinal de ‘Champions’. Y todo ello como máximo rector de un club del que cogió las riendas mientras tiritaba ante el abismo de la Tercera.

«Las cosas no pueden durar toda la vida», declaraba un triste Lendoiro, más apenado por la sensación de la derrota ante el equipo canario y la pérdida del liderato de Segunda que por la propia despedida en sí. «La vida continua, fueron muchos años. Llorar de alegría es fenomenal», explicó ante los medios tras el partido ante los grancanarios.

En sus manos queda toda esa nostalgia que da el echar la vista atrás y ver al ’Superdepor’ codeándose con los grandes y capaz de firmar gestas históricas como la de arrebatarle la Copa del Rey al Real Madrid en su centenario y en el Santiago Bernabeu, o los goles del holandés Roy Makaay ante las mayores bestias de Europa.