De izqda. a derecha: Julie Gayet, François Hollande y Valérie Trierweiler./ Redacción
los secretos de alcoba, al descubierto

Un Casanova en el Elíseo

En Francia es ya casi normal que los inquilinos del palacio presidencial se vean envueltos en constantes y enrevesados líos de faldas

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Una nueva historia sentimental tórrida en la cúspide del poder apasiona y al mismo tiempo escandaliza a los franceses: el presidente François Hollande vive una apasionado romance con la actriz Julie Gayet mientras su todavía compañera oficial y primera dama Valérie Trierweiler se recupera del duro golpe en el hospital. Un affaire aireado por 'Closer', que publicó la semana pasadas fotografías de Hollande, con el rostro cubierto con un casco de motorista, entrando y saliendo disimuladamente de un apartamento situado a pocos metros del Elíseo. Las imágenes iban acompañadas de otras del guardaespaldas personal del presidente inspeccionando el lugar antes de la cita e incluso llevándoles el desayuno a la feliz pareja. También aparecía la actriz franqueando la puerta del mismo inmueble, cedido, según la publicación, por una persona del entorno de la intérprete. Nada menos que siete páginas con las fotografías que dejaban al presidente de la República al descubierto y a su pareja, Válerie Trierweiler, (fruto de otros cuernos a su exmujer Segolène Royal) en pleno ataque de nervios nada más enterarse de la infidelidad.

Hace más de un año que los rumores sobre su relación con Gayet eran conocidos por los círculos mediático-políticos parisinos. La actriz participó, en 2012, con otros ‘titiriteros’ en un vídeo de apoyo al candidato socialista a la Presidencia. Gayet aseguró entonces que era un hombre "humilde, formidable y que sabe escuchar". La declaración, en principio inofensiva, es vista ahora como el origen de un flechazo en toda regla que pone a prueba los cimientos de la política francesa.

Entre los cientos de comentarios que ha provocado la revelación de los amoríos de Hollande, destaca uno según el cual el estallido del caso ha sido provocado por el propio presidente, incapaz de afrontar cara a cara los conflictos políticos o sentimentales. Según la misma teoría, el presidente pretendería con ello poner a Trierweiler frente a las cuerdas, para que la periodista y todavía primera dama abandone definitivamente el ala este del Elíseo. El principal implicado da la callada por respuesta. “Los asuntos privados se tratan en privado”, se limitó a decir el mandatario galo sobre su supuesto romance en una masiva rueda de prensa, donde medio millar de peridistas le preguntaron más por su 'affaire' que por el millonario recorte presupuestario que anunciaba. Lo que sí se atrevió a confesar es que está atravesando unos “momentos muy dolorosos” en su vida privada. No sabemos si por la tristeza que le produce ver a su pareja oficial postrada en la cama de un hospital o porque su relación con Julie Gayet se haya convertido en un asunto de Estado.

Nada raro, por otro lado, si se tiene en cuenta que para los franceses ya es casi normal que los inquilinos del palacio presidencial del Elíseo se vean envueltos en constantes y enrevesados líos de faldas. Con la excepción del general De Gaulle y de Georges Pompidou, el resto de presidentes de la V República han tenido una agitada vida sentimental, encadenando amantes e infidelidades. El primero en abrir la serie fue Valéry Giscard d’Estaing (1974-1981), quien tuvo la precaución de mudarse al Elíseo solo y dejar a su esposa, Anne-Aymone, y sus hijos en el domicilio familiar, lo que le concedió una total libertad de movimientos. Es famosa la frase del exmandatario elogiando las piernas de una de sus ministras, durante un viaje oficial. Y es leyenda el accidente de automóvil de Giscard cuando volviendo, a altas horas de la madrugada, de uno de sus encuentros galantes, un camión cargado de leche arremetió contra su coche. De pronto todo el mundo supo que el hombre con más poder de Francia no estaba en la cama a las cinco de la madrugada. A partir de ese instante, se le pasó a conocer como Valéry la Nuit.

Presidentes 'in fragantis

Su sucesor en el Elíseo no fue más contenido. François Mitterrand (1981-1995), que ya cuando lideraba el Partido Socialista buscaba la compañía de jóvenes militantes tras los mítines, encadenó también las aventuras una vez llegado a la presidencia. Durante casi 20 años, mantuvo dos relaciones paralelas. Con su esposa, Danielle Gouze, madre de sus dos hijos, vivía en el palacio del Elíseo. A 500 metros de distancia residía Anne Pingeot (antigua conservadora jefe del Museo d’Orsay), con quien tuvo hasta una hija, Mazarine, que contaba con seis años cuando Mitterand fue elegido presidente. En enero de 1996, Mazarine asistió junto a sus hermanastros al entierro oficial de Miterrand. Esto sirvió para que ambas familias se reunieran por primera vez ante la tumba del difunto político socialista, en un hecho sin precedentes en Francia.

Un mes después, en una reveladora entrevista, Danielle habló de su esposo fallecido como François el seductor. "Veía cómo se excedía y esforzaba en el arte de la seducción frente a chicas jóvenes que pasaban por aquí. Era Francois, el seductor". Al añadir que eso era parte de la vida, lo reconoció sin tapujos: "Sí, estuve casada con un seductor. Con él, la vida nunca fue aburrida".

Jacques Chirac (1995-2007) llegó al 55 de la rue du Faubourg Saint Honoré con una escandalosa fama de mujeriego, confirmada personalmente por su esposa. Su densa historia sentimental da para romances con la actriz Claudia Cardinale, un supuesto hijo secreto en Japón e incluso un jugoso volumen de memorias de su chófer, que decidió sacar partido a tantas noches de itinerancia y espera. Según el -¿descontento?- empleado, el galo intentaba conquistar a todas las mujeres que pasaban cerca, pero no les dedicaba mucho tiempo: "¿Chirac? Tres minutos, con ducha incluida", escribió que decían de él en los pasillos del Elíseo.

Bernadette, una mujer muy tradicional que trata a su marido de usted, ha admitido que no lo abandonó por sus hijos y porque estaba "prisionera de las tradiciones" de una familia ultracatólica. "Claro que me sentía celosa. Y había una buena razón para estarlo -ha confesado-. Yo le advertí varias veces de que Napoleón lo perdió todo el día que dejó a Josefina".

Con Nicolas Sarkozy (2007-2012), las vidas sentimentales del presidente de la República cobraron por vez primera una dimensión política palmaria, mucho antes, incluso, de instalarse en el Elíseo. En 1996 el conservador abandonó a su primera esposa, Marie-Dominique, para irse con Cécilia Ciganer Albéniz, a la que él mismo había casado con su primer marido, el presentador de televisión Jacques Martin, cuando era alcalde de Neuilly-sur-Seine. En el 2007, sin embargo, siendo ya presidente, fue Cécilia quien le abandonó. Sarkozy tardó muy poco en encontrar recambio, nada menos que la exmodelo y cantante Carla Bruni, con la que aún sigue.

El adulterio es tan común a los líderes galos como los escándalos de corrupción. Y François Hollande no iba a ser menos. Bajo su aspecto de gris contable, el presidente de Francia escondía a un seductor nato.