lucha antiterrorista

La situación de los presos no cambiará hasta que ETA desaparezca

Jorge Fernández Díaz llegó a advertir el pasado 12 de diciembre que no aceptaría una "teatralización" de una hipotética entrega de armas

MADRID Actualizado: Guardar
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La postura del Ministerio del Interior en relación con la política penitenciaria encuadrada en la lucha antiterrorista siempre ha advertido que la situación de los presos de ETA no cambiará hasta que la banda se disuelva o ellos rompan públicamente con la organización terrorista.

Si bien este sábado no se ha pronunciado tras el comunicado del colectivo de presos de ETA (EPPK), esta postura es la mantenida por el titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, la última vez en un Desayuno Informativo de Europa Press celebrado el pasado 12 de diciembre en el que llegó a advertir que no aceptaría una "teatralización" de una hipotética entrega de armas.

"La finalización de la política de dispersión dejará de ser efectiva cuando ETA anuncie su disolución definitiva", aseguró en ese desayuno el ministro antes de añadir que, mientras eso no suceda, a los presos etarras "sólo les queda romper públicamente" con la banda.

Fernández Díaz ha sostenido siempre que el Gobierno del PP no ha variado nunca su postura y que "la política penitenciaria no se ha adaptado a la nueva situación" tras el cese definitivo de la violencia decretado por los terroristas hace dos años.

En abril de 2012, el Ministerio del Interior anunció un Plan de Reinserción para todo tipo de presos terroristas que preveía el agrupamiento de los internos de ETA que decidiesen acogerse a esta iniciativa, "preferentemente en cárceles del País Vasco". Sin embargo, esta medida lanzada por el Departamento de Fernández Díaz no ha conseguido el objetivo de dividir a los presos de la banda.

Este Plan de Reinserción se puso en marcha después de que el Ministerio del Interior diera por superada la denominada 'vía Nanclares', puesta en marcha durante el mandato del anterior Gobierno del PSOE y que permitió que se realizaran talleres de mediación en las propias cárceles que contaron con la participación voluntaria de exetarras y víctimas.