Una niña herida en el atentado. / Reuters
análisis

Egipto: un atentado con mensaje

Los Hermanos Musulmanes, despojados del gobierno y ahora encarcelados por miles, condenaron el atentado con toda rapidez

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Un ataque con explosivos que tal vez contó con complicidades internas, mató hoy a trece policías egipcios, incluidos oficiales de alta graduación, e hirió a más de cien reunidos en la central policial de al-Mansura, capital de la provincia de Dajaliya, al norte de El Cairo, en el delta del Nilo.

Aunque el número de bajas y la audacia del atentado son frecuentes en Oriente Medio, el hecho ofrece un peso cualitativo sin precedentes en el escenario propiamente egipcio, donde se ve como casi inevitable la entrada en escena de organizaciones islamo-terroristas que parecen más activas tras el golpe militar que acabó con el régimen islamista en julio pasado.

Los Hermanos Musulmanes, despojados del gobierno y ahora encarcelados por miles incluida su dirigencia prácticamente al completo con el ex-presidente Morsi en cabeza, condenaron el atentado con toda rapidez y pidieron a las autoridades que detengan y juzguen a sus autores, descritos como “enemigos del pueblo egipcio”.

¿Ilegalizar a los Hermanos Musulmanes?

El gobierno no se ha atrevido a culpar a la Hermandad, cuya preferencia por los medios políticos y el trabajo social es conocida, pero apenas distribuida la noticia del atentado, que ha causado una profunda impresión nacional, el portavoz gubernamental dijo que “el primer ministro, Hazem Beblaui, “considera que los Hermanos Musulmanes son una organización terrorista”.

Una inmediata sesión del gabinete podría llevar, bajo la emoción del momento, a dar el paso que casi todo el mundo desaconseja: ilegalizar por “terrorista” a la Hermandad, que quedaría fuera del juego político, convertida en un paria clandestino reciclado en el trabajo social y comunitario, en el que obtuvo una experiencia y un éxito inigualables durante décadas.

Si tal cosa ocurre, en vísperas del referéndum constitucional dentro de tres semanas, se serviría en bandeja de plata un argumento central y genuino a las facciones terroristas y el papel capital de la Hermandad como agente islamista realista y capaz de “jugar el juego” desaparecería. Un escenario literalmente ingobernable sería la segura consecuencia.

El marco jurídico-político

Despojados del poder el tres de julio pasado por el golpe militar (que contaba con fuerte respaldo entre el público sobre todo en las grandes ciudades) los Hermanos han optado por una vía de principios: no reconocer la legitimidad de las nuevas instituciones y rehusar la legalidad de sus procesamientos antes de anunciar ayer mismo que cerca de quinientos de sus dirigentes y militantes encarcelados más relevantes inician una huelga de hambre, aunque no es seguro que Mohamed Morsi o el Guía de la Hermandad, Mohamed al-Badie estén entre ellos.

Al desconocer a las nuevas autoridades y optar por la resistencia civil, la Hermandad recupera su vieja tradición, una mezcla de principios, realismo, incluso pragmatismo – como cuando pactó “de facto” ciertos status con gobiernos precedentes – y paciencia. Añaden ahora un conocimiento exacto del contexto regional desde su argumento central de que solo con el Islam moderado se podrá lidiar el islamismo terrorista.

En el Egipto que vio llegar la democracia en enero de 2011 con una generalizada rebelión popular y social que sorprendió por su dinamismo y su determinación y reunió a fuerzas de todas clases y extracciones, solo se daba un terrorismo islamista residual y controlable en remotas áreas del Sinaí cerca de la frontera con Israel y el país, potencia turística, era considerado seguro.

La 'hoja de ruta' del régimen

Egipto, primero por la fuerza en los gobiernos Sadat y Mubarak, que derrotaron militarmente a un elevado precio a la 'Yamaa al-Islamiya', hoy reconvertida en partido político legalizado, y después con la democratización, se libró del extremismo islamo-terrorista. El gran predicador egipcio del rigorismo islamista y superpopular en el país con sus prédicas transmitidas vía TV desde Qatar, el egipcio Yusef al-Qaradaui, condenó el terrorismo sin duda durante años, aunque se autoexilió del país y solo volvió de visita tras la caída de Mubaraq.

Juzgados ahora por diversos presuntos delitos, incluido en algunos casos, “conspiración” o “apoyo al terrorismo”, los líderes islamistas podrían ser condenados y, si alguien pierde el juicio del todo, ejecutados. Pero la situación solo empeoraría y terminaría por hacer segura la profecía de las redes yihadistas en el planeta de Internet: “Al-Qaida cruzará definitivamente el Nilo”. Un escenario de pesadilla.

En la 'hoja de ruta' del nuevo régimen, se advierte, inquietantemente, un tono castrense y policial muy intenso. El hombre fuerte de la situación es el ministro de Defensa y jefe del Estado Mayor, general al-Sissi y su mano derecha, nombrado por él, el nuevo jefe de la poderosa Inteligencia Militar, general Ahmed Farid al-Tohami.

Los uniformados se han reservado un status incomparable en la nueva Constitución, con juicios militares para civiles desobedientes, presupuesto propio y nombramiento del ministro de Defensa… y lo sucedido hoy podría estimular la tendencia favorable a la púdicamente llamada 'security solution'… una falsa solución que está pidiendo a voces el grupo terrorista que atentó contra el ministro del Interior en Cairo y probablemente ejecutó la matanza de esta mañana, 'Ansar Beit al-Maqdis' ('Seguidores de la Casa Santa', en alusión a Jerusalén).