Mónica Prieto, pareja de Javier Espinosa, durante la rueda de prensa que convocó en Beirut para pedir la liberación de los periodistas secuestrados. / Afp
CORRESPONSALES EN ZONA DE CONFLICTO

Periodistas secuestrados y fanatismo

El escritor israelí Amos Oz describió la raíz de un mal que aqueja no solo a Siria y Oriente Próximo, sino que puede surgir en cualquier parte del mundo

MADRID Actualizado: Guardar
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Resulta muy difícil de entender el absurdo que rodea el secuestro de unos treinta periodistas en Siria, tres de ellos españoles –Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova--, dedicados a denunciar con sus informaciones los sufrimientos de la población y los excesos del régimen de Assad al que combaten sus captores. Son decenas de informadores presos sin un motivo claro, como no sea una irracional venganza sobre Occidente.

Las palabras de la pareja de Javier Espinosa, Mónica García Prieto, sobre su labor en Siria deberían provocar la vergüenza de sus secuestradores y la inmediata liberación: “A pesar del riesgo, hemos antepuesto vuestra tragedia a nuestra propia vida, con el único objetivo de levantar una conciencia colectiva sobre los acontecimientos en Siria. Hemos dedicado los tres últimos años a dar voz a las víctimas: refugiados, civiles y combatientes. En Homs, Alepo, Idlib, Deir ez Zour, Hama o Raqqa, pero también en los campos de refugiados de Turquía, Jordania o Líbano. Hemos distribuido ayuda humanitaria, hemos dado cobijo a civiles que huían, hemos hecho nuestra la defensa de vuestra libertad".

A la hora de tratar de explicar la sinrazón que puede estar no solo del secuestro de periodistas en Siria sino de tantos otros conflictos en Oriente Próximo y otras partes del mundo resulta imposible no ver diferentes variantes de un mismo origen: el fanatismo. El escritor israelí, Amos Oz, uno de los intelectuales más comprometidos con el proceso de paz de Oriente Próximo, lo describió de forma magnífica en una conferencia pronunciada el 23 de enero de 2001, recogida en España por Siruela en un pequeño libro: “El fanatismo es más viejo que el islam, que el cristianismo, que el judaísmo. Más viejo que cualquier Estado, Gobierno o sistema político. Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo. Desgraciadamente, el fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana, un gen del mal, por llamarlo de alguna manera”.

Para Amos Oz, la crisis del mundo en Oriente Próximo o en Israel/Palestina “no es consecuencia de los valores del islam. No se debe a la mentalidad de los árabes como claman algunos racistas. En absoluto. Se debe a la vieja lucha entre fanatismo y pragmatismo. Entre fanatismo y pluralismo. Entre fanatismo y tolerancia”. Un diagnóstico lúcido de un mal que puede anidar en cualquiera de nosotros y para el que, como para casi todo, hay cura y formas de resistencia. La labor que hacen Marginedas, Espinosa, García Vilanova y tantos otros es una de ellas, aunque haya sido también sus víctimas.