Una mujer fumando un cigarrillo electrónico. / Sebastien Nogier (Efe)
SALUD

Los neumólogos alertan de los riesgos cancerígenos del cigarrillo electrónico

Recuerdan que «contiene sustancias idénticas a las que lleva el pitillo convencional» y que se desconocen sus efectos a largo plazo

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No todo es tan inocuo como el vapor de agua en el cigarrillo electrónico. Adoptado por millones de fumadores de todo el mundo como método para reducir el número de pitillos que consumen a diario o directamente para reemplazar al tabaco, el excesivo uso de este dispositivo ha disparado las alarmas entre los neumólogos españoles, preocupados por las posibles y aún hoy «desconocidas consecuencias» que su utilización podrá tener a largo plazo. De hecho, ayer emitieron un comunicado en el que advierten de que contiene «sustancias idénticas a las que lleva el cigarrillo convencional» y que, por tanto, «han demostrado su potencial cancerígeno». «En la actualidad carecemos de datos específicos, pero sus efectos posiblemente sean potencialmente adversos y merecedores, sin lugar a dudas, de una profunda investigación para detectar su tolerancia, seguridad y eficacia», señala el doctor Segismundo Solano, neumólogo y coordinador del Área de Tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

Tras la entrada en vigor en enero de 2011 de la nueva ley antitabaco y la prohibición de fumar en espacios cerrados, la venta de este tipo de artilugios experimentó un espectacular incremento. «Están de moda», reflexionan desde SEPAR. Se trata de dispositivos electrónicos que simulan al cigarrillo convencional pero no emiten humo sino que atomizan una sustancia que puede contener o no nicotina -sustancia reconocida como capaz de generar una fuerte adicción-, además de glicol de propileno y otros productos, que se vende en formato de pequeños depósitos desechables. Según varios estudios de mercado, en España se han comercializado en los últimos años 900.000 unidades.

Pese a que en un principio fue valorado positivamente por las autoridades por su, en apariencia, menor daño al organismo, ahora los profesionales sanitarios «ni lo recomiendan ni lo aprueban ante la falta de pruebas y evidencia científica que demuestren que son eficaces y seguros a largo plazo». Los neumólogos españoles recuerdan que hay que tener en cuenta que para su uso es necesaria una «fuerte aspiración» y que sus usuarios pueden llegar a hacer cada día hasta 150 inhalaciones durante meses e incluso años.

Por el momento, los pocos informes científicos llevados a cabo ya han demostrado que los cigarrillos electrónicos pueden causar «cambios en los pulmones a corto plazo que son muy parecidos a los cambios causados por los pitillos normales». Uno de estos estudios analizó el impacto de su uso en la función pulmonar durante diez minutos -es decir, a corto plazo- en sujetos no fumadores, en fumadores sanos y en fumadores con patología con obstrucción crónica de la vía aérea (asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica). «Los principales resultados mostraron que el "e-cigarrillo" aumentaba de forma inmediata la resistencia de la vía aérea y disminuía su poder de conducción del aire, siendo mayor su efecto en el grupo de no fumadores y fumadores sanos», detalla el doctor Solano.

Otra de las investigaciones realizadas sobre este tema, y publicada por la revista "American Journal of Preventive Medicine", alertaba de que son los «jóvenes los que más consumen y más conocimiento» tienen sobre estos nuevos dispositivos. Realizado en Reino Unido, Australia, Canadá y Estados Unidos, los autores del estudio destacaban que los e-cigarrillos eran más usados por fumadores que no consumían tabaco a diario, los que disponían de una renta más alta y los que los percibían como menos dañinos que los cigarrillos tradicionales. «En concreto, ocho de cada diez encuestados aseguraba que recurría al e-cigarrillo porque lo consideraba menos perjudicial que el tabaco», señalan los responsables de la SEPAR.

Regulación necesaria

La preocupación de los neumólogos también apunta a la facilidad con la que se vende este producto en España. No existe «ningún tipo de regulación», salvo a los menores de edad, mientras que «en otros países, como Australia y Canadá, su comercialización está totalmente prohibida». La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, ha advertido, según la SEPAR, de que los Estados se enfrentan a serias dificultades a la ahora de reglamentar la venta de estos dispositivos ya que «se quedan fuera del ámbito» legal de los productos relacionados con el tabaco. Por ello, siempre según los neumólogos, la OMS recomienda que los «e-cigarrillos sean regulados, siempre que tengan nicotina, como medicamentos, y si no es posible, que se sometan a las mismas restricciones que el tabaco». «Nosotros apoyamos esas propuestas. Es necesarios regularlos y establecer programas adecuados de educación e información para limitar su uso», afirma Segismundo Solano.

En Canadá y Australia ya han prohibido su comercialización, mientras que en España sólo se vende a mayores de edad