Vecinos de Sabinillas, a las puertas de la parroquia. / Ester Ramos
RECOGEN FIRMAS

Guerra contra el cura que prohíbe llorar en los funerales

Los vecinos de San Luis de Sabinillas, en Málaga, piden al obispo que traslade al sacerdote, al que acusan de poner música navideña en los entierros y de exigir 50 euros por evento religioso

MANILVA Actualizado: Guardar
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"Callaos. Porque si no os calláis no hago la misa. Y si no hago la misa, no se entierra". La frase, pronunciada según muchos testigos, por el padre Nicolás Timpu durante los funerales por el fallecimiento del joven de 25 años José Luis Benítez en accidente de tráfico el pasado septiembre, cayó como un jarro de agua helada sobre los asistentes. Y, aunque ya existía desde los últimos dos años -tiempo en que el párroco se hizo cargo de las iglesias de San Luis de Sabinillas, Manilva y Casares-, cierta tensión entre los vecinos y el nuevo sacerdote, aquello iba a suponer un punto y aparte.

Desde entonces, la familia Campos se ha dedicado a recoger testimonios de otros lugareños y firmas de personas que hayan sufrido unos modales que, a su entender, distan mucho de los que debería enarbolar un pastor de la iglesia.

"Podrá usted comprender el dolor, la desesperación y el desconcierto que suponen la pérdida de un hijo. Un día después y siguiendo nuestra tradición (católica), se celebró la misa antes del entierro y, como es natural, mi esposo y yo llorábamos sin consuelo por tal pérdida. La respuesta del párroco a nuestro llanto en pleno responso fue la de gritar: 'Callaos. Si no, no hago la misa", reza la carta que la propia madre del fallecido, Trinidad Campos, dirigió al Obispo de la Diócesis de Málaga, Jesús Esteban Catalá hace pocos días, solicitando, mediante la presentación de más de 1.500 firmas, que esos "hechos tan vergonzosos, despiadados e insultantes del párroco" de la localidad, acaben con la decisión de destinar al párroco a otra iglesia.

"Fue canallesco. Después de gritarnos que nos calláramos, se acercó a mí y me tocó con el dedo en la espalda. Me dijo: 'Usted no sabe llorar, su llanto es feo, muy feo, eso es sucio lo que está haciendo. Y si él está muerto es porque ha pecado", recordaba a este periódico la tía del difunto, Ana Campos, todavía bajo un sentimiento de indignación que les sigue moviendo a intentar, por todos los medios legales posibles, que el sacerdote desaparezca del pueblo.

"En mi humilde opinión, este comportamiento no es digno de un párroco, de una persona enviada de Dios, pues en vez de dar comprensión, nos insultó y nos faltó al respecto", añade la madre de José Antonio.

Miedo a su comportamiento

Es difícil encontrar a alguien en Manilva que defienda a don Nicolás. No porque no existan, sino porque se ha extendido el miedo a aprobar su comportamiento públicamente.

"Prefiero no dar mi nombre. Hay que reconocer que cuando llegó, hace dos años, chocaba su forma de hablar. Es duro, seco, un cura a la antigua, muy serio. No quiere escándalos de niños en la iglesia. Al mínimo ruido, manda a todos a callar gritando, los amenaza con parar la misa y echarlos de la parroquia. Él tendría que haber comprendido que los niños son niños y gritan, y seguir la misa tranquilamente. Aunque con el tiempo parece que está más tranquilo", admite una vecina. "A mí no me ha hecho nada. Voy a misa y ya está. Me da igual don Nicolás que otro", dice otra feligresa, que tampoco quiso dar el nombre.

"En Sabinillas no lo quieren ni dorado. Todo son pegas. Y, al principio, hay que admitir que, al ser de fuera, de Rumania, chocaban sus costumbres. Y, además, en los bautizos, en los que se daba antes la voluntad a la iglesia, empezó a exigir 40 euros. A la gente eso no le gustó", asegura Catalina Mateo, quien admite, al mismo tiempo, no haber tenido ningún problema con él.

Ana María Ruiz es, sin embargo, una de las manilveñas que ha firmado para que se marche. "No me gusta su actitud. Mi hija hizo la comunión hace dos años, cuando él acababa de llegar. Estábamos sentados en primera fila y mi madre, que estaba enferma, se desmayó. Inmediatamente, todo el mundo se acercó a ella y el gritó: 'Lleváosla de aquí, que tenemos que seguir la misa'. Tendría que haber parado. No me pareció para nada adecuado. Nos amargó la comunión. No tuvo ninguna sensibilidad", recuerda.

El perfil que dibujan sus detractores habla de alguien machista -"no permite que las mujeres vayamos con falda o un poco de escote a la iglesia, y después de la catequesis pone a las madres con la escoba a limpiar, porque dice que sus hijos lo manchan todo", asegura Campos-, y brusco en las formas.

"Cuando bautizamos a mi ahijada, a mí, que era el padrino, me quiso echar de la ceremonia porque decía que no estaba atendiendo. Y al final me pidió un aguinaldo de 50 euros. Que si no daba ese dinero, que no era el padrino", insiste David Relinque.

Algunos casos son, como mínimo, rocambolescos. "En la misa de difuntos de mi suegra, el año pasado, puso villancicos. Para nosotros no fue respetuoso ni con la difunta ni con los familiares, puesto que aunque fue un día después de Navidad, no era lo más conveniente poner diapositivas y hacer cánticos navideños, pues los allí presentes no estábamos ni para cánticos ni para fiestas", critica Isabel Luque, otra vecina de San Luis de Sabinillas, en la línea de otra vecina, María Gómez de Haro, que asegura haber sufrido una misa de difuntos por su hermano Adolfo, en enero de 2013, bajo una ambientación muy parecida. "Puso música navideña. No respetó nuestro dolor. Y de forma reiterada nos mandó callar y nos amenazó con echarnos a la calle. En la misa por mi difunto hermano, volvió a tener esa actitud déspota e irrespetuosa, impropia de una persona con su cargo", asegura.

En las llamas del infierno

«Mi hija Libertad ha llegado a tener miedo de ir a la catequesis porque amenaza a los niños con que arderán en las llamas del infierno. Y habla de los siete pecados capitales, diciendo que se convertirán en ceniza si cometen alguno. Así que mi hija no quería comer para no cometer gula. Del pánico, no ha hecho la comunión este año. La hará en 2015», argumenta Ryan Sheila Jackson, también vecina de Sabinillas.

Este periódico ha tratado de ponerse en contacto en varias ocasiones con el Padre Nicolás para conocer su versión de estos hechos y darle la oportunidad de responder a estas quejas, encontrándose infructuosamente con una negativa, comunicada a través del Obispado de Málaga, que también ha declinado hacer declaraciones.