Una pregunta ambigua
Las largas jornadas de negociación entre ERC y CiU han concluido en una doble pregunta referendaria, redundante y altamente improbable
MADRID Actualizado: GuardarLa montaña parió con gran ruido y nació un minúsculo ratón. Al fin, las largas jornadas de negociación entre ERC y CiU han concluido en una doble pregunta referendaria, redundante, que no se podrá realizar porque es altamente improbable que algún gobierno español acepte un plebiscito de autodeterminación en una parte del territorio español. Entre otros motivos, por el más obvio: porque sería inconstitucional. De celebrarse, la improbable consulta sería el 9 de noviembre de 2014.
El acuerdo tiene un objetivo indirecto a corto plazo: CiU podrá seguir gobernando porque mantendrá el apoyo parlamentario de ERC y, con toda probabilidad, lo hará como fuerza teóricamente hegemónica ya que Esquerra se avendrá a aliarse con CiU en una candidatura única en las europeas, lo que evitará a Mas el ridículo del sorpasso. En cualquier caso, nadie en su sano juicio podrá, desde el ámbito del nacionalismo, pensar que será posible un pacto con el Gobierno de la nación para poner en duda los fundamentos de la Carta Magna, por lo que el valor de esta estrategia tiene fecha de caducidad.
La pregunta es, de entrada, profundamente ambigua porque la palabra "Estado" no es unívoca. California o Nebraska son "estados" en la Federación norteamericana, y sus competencias son en aquel modelo muy inferiores a las de cualquier autonomía española. Un Estado es, también, Francia y Alemania. O Serbia. De modo que la inclinación en favor de un estado puede significar varias cosas, y el pronunciamiento de la ciudadanía sobre la primera pregunta del teórico referéndum no sería expresivo. En cambio, la segunda parte sí encierra la médula de la cuestión.
El porqué de tan alambicada y desdoblada pregunta es una incógnita, que habrá que añadir al desconcierto general. Porque si la Generalitat mantiene su palabra de querer resolver el contencioso dentro de los cauces de la legalidad, es claro que éste no es el camino. La independencia de un territorio español es posible... sólo si se reforma la Constitución. Y éste debería ser el procedimiento elegido por los independentistas democráticos... por más que resulte evidentemente improbable que ese ensayo reformador diese resultado.
El desafuero de la pregunta -un paso más hacia la estridencia- llega el mismo día que arranca el descabellado simposio 'España contra Cataluña', sede de una tergiversación nacionalista de la historia que mueve a hilaridad de tan ingenua. El independentismo se ha radicalizado y ha perdido definitivamente la centralidad. A este paso, el entusiasmo popular decrecerá hasta valores tranquilizadores. No en vano la opinión pública tiene un gran olfato para detectar la tergiversación en cuanto aparece.