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Un Barça sin estilo y, mucho peor, sin actitud
ras dejarse llevar en Ámsterdam, los jugadores se exigen reflexionar antes de visitar al Athletic
BARCELONA Actualizado: GuardarEn el debate del estilo que ha alimentado las tertulias barcelonistas desde que comenzó la temporada hay diversidad de opiniones: unos son partidarios del fútbol más directo introducido por Gerardo Martino y otros reclaman la posesión hipnotizadora como arma imprescindible para pelear por lo títulos. Todos, sin embargo, se pusieron de acuerdo tras presenciar y analizar la primera derrota del Barça del Tata en Ámsterdam ante el Ajax (2-1): lo importante son las ganas, el hambre. Ni filosofía, ni esencia, ni estética, ni resultadismo, ni nada. El problema no es jugar de una forma u otra, todas válidas para ganar al estar desarrolladas por excelentes futbolistas. El peligro es que no haya actitud. Y el Barça no anda sobrado de ella no sólo con Martino. Es una carencia que se arrastra desde los últimos meses de Pep Guardiola -se sospecha que salió corriendo, entre otros motivos, para no tener que prescindir a algunos jugadores importantes-, que se prolongó durante la única temporada de Tito Vilanova -especialmente cuando le sustituyó temporalmente Jordi Roura, a quien torearon-, y que se mantiene en el inicio de la etapa del técnico argentino, aunque los resultados la estaban tapando hasta ahora.
Los puristas, los del tiki-taka, avisan que hablar ahora de falta de sacrificio o de déficit de disciplina es una forma de tapar que el modelo de juego no sirve. Y puede que sea cierto. El Barça se quedó a medias en el Amsterdam Arena. Ante un equipo ingenuo, con talento y desparpajo, pero joven e inexperto, el conjunto azulgrana fue incapaz de saber a qué jugaba: quiso salir con el balón controlado desde atrás como en los 'viejos-recientes' tiempos como si en la cuna de su estilo, ante la mirada en el palco de Johan Cruyff, tuviera la voluntad de reivindicarse. Pero para ello es necesario una implicación colectiva (jugadores ofreciéndose, reparto de espacios solidario, mentalidad adecuada para asumir responsabilidades en zona de riesgo.) que no existió. Y con el Ajax presionando arriba de forma ordenada y agresiva, jugando con criterio y velocidad, quizás el partido requería otra colocación en el campo y el pase largo para evitar pérdidas de balón en terreno propio. Al fin y al cabo bastaba con un punto para asegurar el primer puesto del grupo y el Barça arrastraba diez bajas (Valdés, Alves, Alba, Adriano, Messi, Tello, Alexis, Busquets -se quedó en el banquillo-, Jonathan dos Santos y Afellay). Por un día, se hubiera entendido una cierta racanería. Lo imperdonable fue el caos absoluto que se vivió sobre el césped.
Pero es imposible no acabar hablando de falta de actitud porque fueron los propios jugadores los que hablaron de ella. Gerard Piqué fue el primero, a pie de césped, en caliente. «Ha faltado actitud y estoy convencido de que el vestuario lo sabe. Hemos jugado horriblemente, no hay excusas, no es la imagen del Barcelona», comentó el central, siempre contundente en sus discursos en los malos momentos, aunque ya no está tan claro si son palabras de cara a la galería o si realmente las pronuncia con dolor. Él, precisamente, es uno de los señalados por la mayoría por su aparente apatía en los dos goles del Ajax y una alarmante tendencia al despiste.
Algo parecido sucede con otro de los más críticos en lo colectivo -que no autocrítico en lo individual, algo que le dignificaría-, como Cesc Fàbregas, capaz de provocar una amarilla y la sanción para pasar limpio a octavos de final con 1-0 en contra y cuando peor estaba jugando el Barça. Quedó claro en qué estaba concentrado. «En la primera parte nos ha faltado intensidad, hambre, lo hemos pasado mal. Corrimos mucho, pero corrimos mal», comentó el centrocampista de Arenys, como si lo vivido en la segunda parte hubiese sido mucho mejor: contra diez apenas se crearon ocasiones.
Tata Martino, Puyol y Xavi, con más experiencia, se agarraron al concepto de «la falta de intensidad», menos doloroso que la actitud, quizás sabiendo ya lo que había dicho Piqué. Los tres también quedan marcados. El entrenador, porque tiembla por primera vez su coartada, que eran los resultados, por mucho que con un punto ante el Celtic en el Camp Nou se asegure el primer puesto en el grupo. Y los dos capitanes, veteranos, porque por diferentes motivos (lesiones, molestias.) parecen acusar la edad de golpe y al mismo tiempo. En Ámsterdam también se impuso la energía y la vitalidad de un Ajax con una media de edad de 22 años. La del Barça sobrepasaba los 28.
Si el vestuario ha aprendido la lección y hace propósito de enmienda se sabrá pronto. El domingo espera el Athletic en San Mamés. En Bilbao es imposible ganar sin actitud.