Escaparate de una tienda en Caracas a la que se ha forzado a reducir los precios. / Reuters
VENEZUELA

La huida hacia delante de Maduro

El presidente venezolano usa sus poderes especiales para imponer un control absoluto de la economía

MADRID Actualizado: Guardar
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Desde su acceso al poder, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha tratado por todos los medios de salvar la distancia abismal que le separa en carisma y dimensión política del fallecido Hugo Chávez. En principio fue una ofensiva propagandística a través de una adoración y cultos desmesurados, que incluyó la ‘aparición’ del exmandatario en forma de pajarito, pero la crítica situación por la que atraviesa Venezuela y la proximidad de las elecciones municipales del 8 de diciembre ha lanzado a Maduro a una huida hacia adelante sin freno para controlar los reductos políticos y sociales que se resisten a acatar las órdenes del chavismo.

El pasado martes, la mayoría presidencial en la Asamblea Nacional aprobaba la Ley Habilitante que otorgaba a Maduro poderes especiales para legislar por decreto durante un año. En palabras del presidente del legislativo, el militar retirado Diosdado Cabello, la nueva norma nace “para la defensa de los intereses del pueblo y para profundizar la lucha contra la guerra económica y la corrupción”.

Bajo el eufemismo de las palabras de Cabello se esconde una situación económica crítica que dado lugar a la escasez de productos y alimentos básicos. El coste de la vida se ha disparado y la tasa de inflación acumulada en el último año ha sido del 54%, la más alta de América Latina. Venezuela sufre graves problemas de liquidez sobre todo a causa de la quiebra técnica de su industria petrolera, asfixiada por la mala gestión estatal y la indiscriminada hostilidad contra la producción privada. Un país que debería explotar los ricos recursos que posee, desde la agricultura al turismo, depende de forma dramática de los ingresos del petróleo para importar más del 90% de lo que consume. De ahí que las divisas y su control se hayan convertido en la fuente principal de corrupción y en la manera más artera de poner en jaque a comerciantes y empresarios que quieran importar materia primas y productos del extranjero.

Si en su día fueron los propietarios de fincas y tierras los objetivos de expropiaciones y ocupaciones arbitrarias, reduciendo al mínimo la producción agrícola, ahora son los comerciantes y el comercio el chivo expiatorio para permitir al régimen que extienda su control sobre la economía, aunque sus efectos sean una creciente depauperación del país y un mayor desabastecimiento. La consigna de ‘¡Vacíen los anaqueles’! lanzada por Maduro para calentar el ambiente ante la aprobación de la Ley Habilitante sirvió para que provocar asaltos y pillajes contra tiendas y comercios de electrodomésticos en un adelanto de las medidas que impondrán una drástica y forzosa bajada de los precios. Un festín momentáneo para las economías domésticas más apuradas, pero un presagio de más escasez y encarecimiento.

Los medios de información también forma parte del enemigo a batir por el chavismo. Tras la compra de Globovisión, la única televisión no afín al poder, el acoso se ha intensificado. Los casos se acumulan: destitución del director de ‘El Mundo, Economía y Negocios’, detención de dos periodistas y agresión a un fotógrafo de ‘Diario 2001’, acciones legales contra una portada de ‘El Universal’ y acusaciones de incitar a la violencia contra ‘El Tiempo’ por publicar las declaraciones críticas de un empresario.

Lo más grave de la situación venezolana es la absoluta imposibilidad de que se abra paso una solución negociada y democrática. La frase de Maduro, “lo que han visto es poco para lo que voy a hacer”, más que una fanfarronada parece una certidumbre de que la Ley Habilitante va a ser tan solo el prólogo para un régimen dictatorial en el que la alternancia política en el poder solo se concibe como una concesión formal. No parece que el Gobierno a golpe de decreto y sin leyes vaya a ser solo por un año.