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El conde de Cardigan, un aristócrata hundido en la miseria
Posee una mansión con más de cien habitaciones, pero tiene que ducharse en los baños públicos
MADRID Actualizado: GuardarNobles arruinados ha habido siempre. Resultan entrañables y mejor aún cuanto más hacen por esconder sus penalidades. El conde de Cardigan ha optado en cambio por la estrategia contraria y no ha tenido reparos en contar hasta dónde llega el desastre en el que se ha convertido su vida. Los británicos conocen bien algunos detalles de su día a día que transcurre, sobre todo, en la cocina de su casa porque allí están más calientes. Cuando cae la noche, el aristócrata de 61 años y su mujer Joanne, de 49, se retiran al dormitorio y ambos duermen vestidos para evitar el frío.
Las duchas se las dan en los baños públicos porque tampoco tienen agua caliente y él, mientras, busca trabajo de lo que le salga, como chófer, por ejemplo, aunque a su edad no es fácil. Hasta intentó sacarse el carné de conducir vehículos pesados para hacerse camionero y cumplir así uno de sus sueño infantil, pero eso tampoco pudo ser. Una extraña ambición para un niño que creció rodeado de todas las comodidades, hijo del marqués de Ailesbury y de Edwina Sylvia Bonn, perteneciente a una acaudalada familia. Su infancia transcurrió en esa misma mansión con más de 100 habitaciones en la que vive ahora y que se encuentra dentro de unos bosques de casi 2.000 hectáreas también pertenecientes a la familia (Más información en Mujerhoy.com).