'Beyond: dos almas', una experiencia a medio gas
Pese a su interesante historia, el nuevo título de Quantic Dream falla en dos aspectos: el desorden narrativo y su jugabilidad limitada
MADRID Actualizado: Guardar¿Debe todo juego suponer un reto? Es la pregunta que surge a menudo cuando uno se pone a los mandos de 'Beyond: dos almas', uno de los exclusivos para PlayStation 3 más esperados. 'Journey', la aventura de ThatGameCompany, demostró que hay espacio para una experiencia más contemplativa siempre que se sepa tocar la fibra, algo que no logra 'Beyond: dos almas'. Quizá porque Quantic Dream ha optado por contar una historia más bien compleja -son quince años en la vida de Jodie, una niña vinculada desde que nació a una entidad llamada Aiden- a base de capítulos desordenados con una tímida e insuficiente referencia al marco temporal en el que se desenvuelve cada episodio antes de que éste comience.
Evitar la narración lineal y retorcerla a base de flashbacks y elipsis es una apuesta arriesgada de la que muy pocas películas logran salir indemnes. Aquí, definitivamente, no funciona. Y no lo hace por dos motivos: por un lado, el jugador está obligado a mantener la atención durante bastante más tiempo que las dos horas que dura habitualmente una película; por el otro, y pese a que es la actriz Ellen Page la que da vida a Jodie, resulta complicado discernir en qué momento de la aventura se encuentra. Algo que en una película se habría solventado con un poco de maquillaje, aquí recae en modelos poligonales con diferencias apenas perceptibles. La conclusión es que es muy fácil perderse en la narración -¿Esto ocurrió antes o después de aquello?- y, por el contrario, es sumamente difícil empatizar con Jodie, una de las metas que persigue el juego y que solo logra en momentos muy puntuales gracias al trabajo de una Ellen Page brillante.
Sorprende, sin embargo, que, pese al evidente esfuerzo que se ha hecho en las sesiones de rodaje para el título -todos los actores están soberbios-, a veces las caras de los intérpretes parezcan un tanto inexpresivas, como si Willem Dafoe, que hace el papel del profesor Nathan Dawkins, una suerte de padre y mentor de Jodie; hubiera escaneado su cara, grabado su voz y se hubiera ido a su casa. En este sentido, títulos como 'The Last of Us' parecen haber conseguido ir un paso más allá.
Un destino marcado
Hablábamos al principio de la necesidad de los retos en los juegos y el tema sale a colación porque el último título de Quantic Dream tiene una forma de marcar el camino demasiado evidente: te lleva de la mano durante casi todo el juego. Tanto que cuando uno logra por sí solo hacer la tontería más nimia, se siente el rey del mundo. Pero no nos equivoquemos, el mundo que ha diseñado David Cage es un mundo que no deja espacio para que el jugador piense por sí mismo, que plantea la toma de decisiones en blancos o negros casi irrelevantes, que permite a un espectro atravesar ciertas paredes y no otras, y que está trufado de quicktime events que no quieren parecerlo.
De hecho, ese es uno de los grandes problemas del título: en las escenas de acción -bastantes, por cierto-, el estudio ha eliminado la representación de botones en la pantalla -excepto en momentos muy puntuales- y ha ralentizado la acción, de tal forma que el jugador deberá mover el stick derecho en la dirección en la que el personaje tiene que realizar ese movimiento. Y ese es el fallo porque muchas veces no queda claro si Jodie debe saltar, dar un puñetazo, parar un golpe o esquivarlo. En todo caso, los errores y los aciertos son casi un espejismo pues el juego sigue fluyendo sin consecuencias importantes.
A pesar de todo, hay buenas ideas en 'Beyond: dos almas'. Sin ir más lejos, y pese a los problemas narrativos, la historia, con guiños a 'Carrie' y temáticas tocadas por series como 'Buffy, la cazavampiros', es interesante -muy superior a la del tramposo 'Heavy Rain'- y toca, de manera muy acertada, aspectos como la madurez, la soledad de aquel que es distinto... Solo chirría en exceso la falta casi total de humor -el título se toma muy en serio a sí mismo- y un epílogo diseñado fundamentalmente para que las tres o cuatro elecciones importantes que has tomado a lo largo del juego salgan aquí reflejadas. El apartado gráfico es excepcional, si bien es cierto que el juego sufre de ralentizaciones -lee constantemente del blu-ray, lo cual puede ser un problema para quienes tengan la última PS3, más ruidosa en este sentido- y algunas texturas no cargan del todo bien. A este respecto, hay ciertas tonterías que te sacan un poco del juego como las paredes invisibles que no permiten llevar a Jodie a donde queremos o que la quieras meter en la cama por el lado derecho y cuando ejecutas la acción la siguiente escena te muestre a Jodie entrando por el lado izquierdo.
En definitiva, puede que Cage no haya acertado esta vez. Aún con todo, la industria necesita más desarrolladores como el responsable de Quantic Dream que tratan de ofrecer experiencias distintas. En esta ocasión el problema es que Cage parece haberse copiado a sí mismo, haciendo aún más accesible una fórmula que en realidad ya se adapta a todo tipo de jugadores. Veremos con qué nos sorprende la próxima vez.