FÚTBOL | LIGA EUROPA

El Sevilla no pasa del empate en casa ante un débil Liberec

Emery se encuentra en la cuerda floja tras volver a tropezar en el Pizjuán y una derrota ante el Espanyol podría suponer su destitución

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El Sevilla jugaba durante la noche de este jueves en su competición fetiche del siglo XXI. La única que le permitió disfrutar de las mieles del triunfo en la primera década y la que ahora le otorga un respiro dentro de ese mar de angustia que es la plantilla nervionense. Contra un equipo menor, los sevillistas buscaron darle la vuelta a una semana anterior trágica en todos los aspectos. La goleada en el Bernabéu y la derrota en casa por un error del portero Beto han puesto en la picota a Unai Emery. Un ultimátum que todavía sigue vigente y cerca de ser real, ya que Cornellà dictará sentencia. El empate a uno ante los checos sólo sirve para clarificar una destitución que parece anunciada. Al menos el pírrico punto consigue casi cerrar la clasificación del Sevilla para la siguiente ronda e incluso tener el liderato más cercano de lo merecido como regalo añadido.

Salió Emery con las ideas claras por vez primera desde que se sienta en un banquillo que le ha dado dolores de cabeza. Se cumplirá dentro de muy poco un año natural de la firma del guipuzcoano con la entidad que le dio la oportunidad de resarcirse de su sonado fracaso en Rusia. Contra el Liberec, Unai entendió que su puesto se juega ante el Espanyol en liga, mientras que ante los centroeuropeos debía tirar de eficacia y simpleza. Sacó el doble pivote defensivo que los susurros del estadio llevan clamándole al oído y que entran y salen de este sin ningún pudor. El entrenador vence o muere con sus ideas. Ese es el ideal revolucionario al que se aferra un hombre cuando lo tiene todo perdido. El sevillista parece haber escogido la segunda opción. Dio oportunidad a los menos habituales o a aquellos que necesitan una puesta a punto tras diversas lesiones.

Un caso de los últimos es Perotti. Autor del único gol de la primera mitad, de bella factura tras botar una falta de manera magistral, el argentino es pieza central en el esquema del vasco. Definido como “capricho del técnico” por Monchi en verano, para argumentar el rechazo a una venta estival, pocos comparten y el resto no entiende la postura de club y entrenador. Peleado con un sector de la grada, abucheado cada vez que coge la pelota y pitado incluso marcando goles de gran envergadura como el de la noche europea, el profesional rojiblanco tiene un pie y medio fuera de cara al mercado invernal; sin embargo, es el primero al que llaman a filas cuando las cosas van mal.

Entre ese sentimiento dispar que despiertan determinados hombres ante la afición surgió Pavelka para colocar la guillotina más cerca del de Fuenterrabía. Cuando mejor estaba jugando el Sevilla, la impávida defensa hispalense permitió al checo adentrarse hasta que decidió tirar para marcar. El uno a uno fue tan sorprendente que pocos lo esperaban. La primera vez que los checos se acercaban al área rival lograron un fruto maduro sin pensarlo. Ante tales perspectivas Emery trató de arreglar el desaguisado con cambios que aportaran equilibrio en su caos particular. Solo consiguió enfurecer más a la desangelada grada del Pizjuán, harta de un juego inexistente y de la poca capacidad de reacción de quien lidera la pizarra. El palo final de Cala, en el descuento, definió lo que es el equipo en estos momentos: mezcla de zozobra y mala suerte. Cornellá será el último clavo ardiendo al que se aferrará el técnico de Nervión.