Varios soldados estadounidenses observan la obra 'Wintergarden', del francés Manet, hallado en una mina alemana. / Archivo
el museo frustrado del führer

Tras la pista de los expolios artísticos de los nazis

Las obras maestras que un anciano berlinés albergaba en su residencia son la última muestra del patrimonio acumulado por el régimen de Hitler, parte del cual permanece aún oculto

MADRID Actualizado: Guardar
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El hallazgo de 1.500 obras que permanecían ocultas desde la caída del nazismo en una residencia particular de Munich sitúa de nuevo los focos del mundo del arte sobre el vastísimo expolio perpetrado por Hitler. Cornelius Gurlitt atesoraba decenas de cuadros de grandes maestros, Picasso, Chagall o Beckmann, entre otros, que mostraba con orgullo a sus más ilustres convidados. Su padre, Hildebrand, un marchante de arte que formó parte del círculo de confianza del Führer, ocultó la preciada posesión en el monumental proceso de Nuremberg, donde fue absuelto por su origen judío. Gurlitt aseguró que la colección ardió completamente durante los bombardeos aliados sobre Dresde en febrero de 1945. Nadie cuestionó sus afirmaciones. Hasta ahora.

Este octogenario no es el único que decidió hacer de su residencia privada una suerte de pinacoteca con aquel botín que aguardaba la victoria final de un régimen esquizoide acumulando polvo en decenas de refugios subterráneos. Los Gurlitt se sirvieron de la prerrogativa que suponía haber trabajado estrechamente con el comité que el propio Hitler, con la ayuda de su propagandista de cabecera, Josef Goebbels, diseñó para uno de sus grandes anhelos: el Führermuseum, que albergaría la colección de arte más importante del mundo con el incalculable botín acumulado a golpe de saqueos y expropiaciones perpetradas a lo largo de su imperio emergente.

Cada cierto tiempo asistimos perplejos a la aparición en los lugares más insospechados de algún pedazo de esta memoria expoliada. Uno de los casos más recordados tuvo lugar a miles de kilómetros del corazón de Europa. En 1990, la venta de ocho objetos de origen medieval por parte de dos particulares estadounidenses a una fundación alemana consagrada a la repatriación del expolio artístico y monumental realizado durante el III Reich alertó a las autoridades. El lote contenía varios Evangelios incunables, uno de los cuales se remontaba al siglo V, y se tasó en tres millones de dólares. Las investigaciones dieron con el autor original del robo. Se trataba de Joe T. Meador, un veterano oficial con formación artística que se las ingenió para, tras la 'liberación' aliada de la Alemania nazi, trasladar a su granja de Texas los tesoros que halló en un refugio cercano a Quedlinburg, una localidad con un destacado patrimonio histórico.

'Arte degenerado' en el metro berlinés

En otras ocasiones los hallazgos son fruto del azar. En 2010, las obras de remodelación del suburbano berlinés dieron con una colección de esculturas que integraban aquello que el Reich vino a llamar 'entartete kunst' ('arte degenerado'), un estigma soportado por decenas de artistas de vanguardia cuya producción creativa fue condenada al ostracismo. Eran diez piezas de artistas locales como Gustav Wolff o Naum Slutzky que habían permanecido oculltas bajo los escombros de una estación de metro incendiada en 1944.

Pero en este relato de oportunistas y golpes del destino no faltan trazos de buena voluntad. Si tras la Segunda Guerra Mundial un 'ejército' de amantes del arte recorrió una Europa devastada para recuperar aquellas joyas y restituirlas a sus legítimos propietarios -eran los insignes 'Monuments Men', en memoria de los cuales George Clooney ha dirigido su último film, a estrenar en diciembre-, en los últimos años un puñado de historiadores se ha lanzado al 'rescate' de alguno de estos tesoros ocultos, conocidos gracias al minucioso inventario que el propio Hitler encargó a su entorno más próximo y que se conserva casi en su totalidad. El último de ellos, el checo Jiri Kuchar, que el pasado año halló en un convento de Doksary, al norte del país, 16 obras que pertenecieron a la 'Linz Kollection', la colección privada que el führer adquirió personalmente.

Con menor fortuna, un equipo de historiadores austríacos recorren desde hace unos meses los subterfugios de Viena tras la pista del saqueo sufrido por Ferenc Hatvany, un aristócrata húngaro de origen judío, valorado en 500 millones de dólares. Hasta el momento las indagaciones sólo han dado con varios detonadores inutilizados y un máscara antigás, pero seguirán hasta el final. Todo sea por el arte.