La muerte de Mesuh, ¿un cambio en las reglas de juego?
La operación estadounidense que ha acabado con la vida del líder talibán en paquistán abre una serie de interrogantes sobre el futuro de estas intervenciones
MADRID Actualizado: GuardarAlgunos medios no han vacilado, apenas conocida la muerte de Hakimullah Mehsud, que “podría cambiar las reglas del juego”, pero no es seguro que tal cosa ocurra a medio plazo en términos políticos, aunque es muy relevante la muerte de quien era el jefe militar de los talibanes del Pakistán.
Lo mató a un hora imprecisa de este viernes un misil lanzado por un drone (literalmente “abejorrro”, avión sin piloto) norteamericano no lejos de Miranshah, la capital de Waziristan-Norte, una de las provincias autónomas del agitado noroeste del Pakistán. Un número no precisado de militantes de su grupo murieron con él en lo que es, sin duda, la más exitosa operación de ese tipo desde que se sistematizaron hace unos cinco años.
El último gran éxito había sido la muerte de otro jefe militar de alto rango, Baitullah Mehsud – del clan pero sin relación familiar directa con Hakimullah – en agosto de 2009. Este sobrevivió durante tres semanas y solo se confirmó su muerte a finales de ese mes, pero lo de hoy ha sido ratificado sin duda y con toda celeridad en Islamabad y por la bien informada “Al Yazeera”. Es un hecho de gran calado y lo es, sobre todo por la fecha en que se produce y el mensaje político que conlleva.
Un cambio frustrado de política
La fecha es doblemente significativa: apenas una semana después de la visita a Washington del primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, quien ganó brillantemente unas limpias elecciones legislativas en mayo pasado y prometió durante su campaña que exigiría de los norteamericanos el fin de la campaña indiscriminada contra los Talibanes en suelo paquistaní, en clara violación de su soberanía.
Es verdad que nadie creyó del todo en la promesa porque quien tiene la atribución real, aunque no formal, sobre el particular es el casi intocable Estado Mayor y, en concreto, el ISI, el poderoso servicio de inteligencia militar, que combinan una política de hostigamiento militar en las áreas fronterizas al ala militar del “Tehrik-i-Taliban Pakistan” con otra, secreta, de contacto estable y flexible con la organización.
La frustración que puede mostrar hoy el gobierno paquistaní, que tal vez emita una protesta formal por su ministerio de Exteriores, será puramente rutinaria y debe ser recibida como tal. Parte de un juego aceptado de hecho por todas las partes. Pero esta vez podría tener consecuencias graves sobre el terreno en el corto plazo porque parece contraria al rumbo que parecían tomar los acontecimientos.
Un mensaje de Washington
En efecto, el atentado selectivo, una obra maestra en el registro puramente técnico y que acredita el nivel de información de que dispone la CIA, se produce con total indiferencia ante la magna reunión plenaria que mañana iba a comenzar en un lugar no precisado, pero en las montañas meridionales del Waziristan, de todas las organizaciones militares del Tehrik, con el propósito de aceptar, o no, una propuesta de negociación política en toda regla con el gobierno de Sharif.
Tal propuesta había sido pre-negociada por mediadores durante meses y era una promesa formal del primer ministro y, de creer al bien informado diario paquistaní “Dawn” era minuciosa, bien articulada, factible y realista. Es decir, el ataque podría liquidarla de un plumazo y que no haya sido pospuesto parece indicar escasa estima norteamericana por la gran operación política en curso o la preferencia por no dejar escapar a un blanco tan relevante, con indiferencia por el contexto.
La reacción inicial de los talibanes será, probablemente, de cólera y, eventualmente, de atentados selectivos, pero lo sucedido tal vez no tenga la capacidad de alterar completamente el escenario, incluido el del vecino (de hecho en el noroeste es uno y la frontera es puramente nominal). Tal escenario, para Washington, es ante todo afgano: su ejército, aunque dejará contingentes residuales, estará fuera de Afganistán, con la OTAN al completo, en diciembre de 2014, una fecha que los talibanes de los dos países aguardan con delectación…