El pozo Nicolasa, un trágico precedente
Catorce muertos en 1995 y más de 50 accidentes desde 1967
GIJÓN Actualizado: GuardarAún permanece en la memoria el accidente que en 1995 segó la vida de catorce mineros, cuatro de ellos de la República Checa, pero el pozo Nicolasa ha sido, lamentablemente, protagonista de muchos más. Desde su creación, en 1967, se han producido en esa explotación más de 50 accidentes, más que en ninguna otra de toda Asturias. No hay capas de carbón con más manchas de sangre que las suyas y eso que, desgraciadamente, entre el año de apertura del Nicolasa y 2008 las minas del Principado se cobraron la friolera de 485 víctimas y dejaron centenares de heridos.
En el concejo de Mieres, donde se levanta la torre del pozo Nicolasa, se colocó en su día un monumento del escultor Miguel Ángel Lombardía para rendir homenaje a los que no llegaron a tomar el ascensor de vuelta a la superficie aquel último día de agosto de hace 18 años. A sus pies, se han sucedido las ofrendas y aún hoy se colocan flores para llorar la pérdida.
Aquel dramático accidente marcó un antes y un después en la seguridad minera y llevó a las administraciones y a la propia empresa Hulleras del Norte, S. A. (Hunosa) a iniciar un largo trabajo de investigación para conocer el comportamiento del gas en las minas y evitar nuevas tragedias.
Combustión de azufre
Las investigaciones han permitido determinar que, antes de producirse un desprendimiento de gas, el terreno sufre pequeños movimientos y empieza a deformarse y que otro de los peligros es el incendio que se mantiene en la capa octava desde 1992 y que en mayo de 2006 fue protagonista de un accidente que provocó quemaduras a dos trabajadores. «Las piedras que caían te quemaban la mano», recordaba un mes después uno de los últimos mineros que trabajó allí.
El foco de calor se generó por la oxidación de carbón picado. El contacto del azufre que contiene el mineral con el oxígeno produce una autocombustión que se mantiene por las condiciones de la ventilación. Quienes conocen el fenómeno aseguran que no es extraño, pero tampoco habitual.
Pese a ello, es uno de los principales peligros en una de las explotaciones que más lágrimas ha provocado en todo el Principado.