Neymar celebra su gol contra el Real Madrid. / Albert Gea (Reuters)
FÚTBOL | PRIMERA DIVISIÓN

El Barça supera el experimento fallido de Ancelotti

En un clásico con más polémica que juego, el Madrid reclamó un penalti a Cristiano en un duelo en el que reaccionó demasiado tarde y fue sentenciado por un golazo de Alexis

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El primer clásico de la temporada, el Barça-Madrid, estaba anunciado como un choque de trenes entre los dos capos del fútbol español, un duelo de altos vueltos entre los mejores jugadores del mundo, entre Messi y Cristiano Ronaldo, entre Neymar y Bale, y acabó como un enfrentamiento muy vibrante, intenso, pero no del todo brillante en el juego, en el que se impuso el menos malo y el que acertó con dos golazos. En este caso fue el Barça, que firmó una buena primera parte, aprovechó mejor sus oportunidades y supo sufrir cuando el rival apretó. El Madrid, en cambio, fue una sombra de equipo en los primeros 45 minutos, se rehizo tras el descanso y pudo empatar cuando el partido iba ajustado, porque Benzema estrelló un derechazo al palo y Cristiano fue objeto de penalti. Sin embargo, al equipo merengue le faltó juego, llegada y un patrón.

El Real Madrid, que cae a seis puntos de los azulgrana, sale muy tocado de clásico. Sus jugadores parecen desorientados, confusos, no encuentran el norte y su fútbol sufre cuando no pueden explotar las contras. Más allá de la casta, a día de hoy el Madrid ofrece poco más. Pero sobre todo sale tocado el técnico blanco, Carlo Ancelotti, que sorprendió con varias decisiones, todas ellas equivocadas y a la postre decisivas para el desenlace del choque.

La primera, en el centro del campo. Buscó el músculo, la experiencia y la contundencia con Sergio Ramos en el eje de la medular y renunció a la creación y la salida más oxigenada que le ofrece Illarramendi. El italiano esperaba una guerra en el centro del campo y quiso armarse con el defensa sevillano, que se le vio aseado con el balón, aunque desubicado, por lo que entorpeció la construcción, especialmente cuando entraba en acción Modric, que no acabó de encontrarse junto al de Camas y Khedira.

La otra decisión de Ancelotti que no tenía explicación estaba en la delantera. Prescindió del '9' (Benzema empezó en el banco y Morata vio el partido desde la grada) y se la jugó con Di María, Bale y Cristiano como tridente algo extraño. Además, la tripleta blanca cambió tanto sus posiciones que al final ninguno de ellos dio la impresión de saber dónde jugaba. Ni Ronaldo se sentía peligroso, ni Di María se nutría de balones para encarar al contrario. Lo de Bale ya es otro cantar. Cien millones no los vale nadie, pero muchos menos él, que a día de hoy está a años luz de parecer el futbolista más caro del planeta. Ancelotti tiene un problema: tiene que hacerle jugar, aunque da la impresión de que no sabe muy bien dónde ponerle. Su rodaje se antoja complicado. En definitiva, el Madrid no sabía muy bien a qué jugaba. Esta circunstancia se hizo mucho más palpable a raíz del gol azulgrana, marcado por Neymar en el minuto 18. A partir de entonces el Barça reculó unos metros, permitió al Madrid construir desde atrás y ahí es donde al conjunto blanco se le veían las vergüenzas y donde no podía esconder sus limitaciones. El cuadro de Chamartín había planteado un partido para robar rápido y salir con sus balas atacantes y se encontró con un problemón con tanto balón en los pies.

El Barça, en cambio, se sentía cada vez más cómodo desde una posición atrasada. Con un Neymar muy activo y muy peligroso y de estilete en la banda, Messi jugando por todos lados y Cesc bastante pendiente de apoyar a Busquets, Xavi e Iniesta en la creación y en la recuperación, el conjunto de Gerardo Martino se adaptó mejor al choque. El Barça, en cualquier caso, también ofrece dudas. A día de hoy aplica la teoría del vaso medio lleno o medio vacío. Los optimistas, Martino entre ellos, ponen sobre la mesa las nueve victorias y un empate, el descaro de Neymar, el crecimiento de Alexis, los chispazos intermitentes de Messi y, sobre todo, que aunque el juego no es muy brillante, siempre puede mejorar. Los pesimistas, por su parte, ven un equipo más conservador, que pega mucho pelotazo y excesivamente dependiente de sus dos figuras (Neymar y Messi), en parte porque Xavi e Iniesta (a pesar de que completaron un buen clásico) no están finos. Los culés negativos echan en falta el juego que ha definido a este equipo en el último lustro.

El caso es que el Barça reculó tanto, que en la segunda parte el choque se le empezó a torcer de verdad. Ancelotti corrigió el error, dio entrada a Illarramendi y Benzema y con un FC Barcelona cada vez más desconectado, el Madrid se fue haciendo dueño del partido. Su dominio duró un buen tramo de la segunda parte y a los azulgrana se les veía que no sabían cómo contrarrestarlo. Buscaban en exceso el balón cruzado, para lanzar las contras, y el Madrid recuperaba muy rápido. El clásico de los contrastes, el de las paradojas, en el que uno -el Barça- jugaba a la contra, cuando nunca lo ha hecho, y el otro se iba creciendo, pudo cambiar en el minuto 70. Ronaldo cazó un balón en el área, notó el contacto de Adriano sobre su espalda y cayó. Para el portugués penalti claro; para Undiano, «sigan, sigan». A la jugada siguiente. Benzema armó un cañonazo que dejó temblando el larguero de Valdés. Fueron las dos mejores ocasiones del Madrid en todo el partido, al margen de otro zurdazo de Cristiano, y poco más.

Porque en el 78', Alexis, que acababa de salir, hizo el mejor gol que se le recuerda como azulgrana. Aprovechó una contra, como quería su entrenador, y la acabó con una vaselina que esta vez sí ya le reconcilia con la afición, que hasta ahora no le tomaba en serio. El Barça ha aprendido a jugar con el resultado, aunque a veces está cerca de quemarse. Jesé, que tuvo sus minutos, acertó en el 90'. Pero ya era tarde. El Madrid ni siquiera tuvo la oportunidad de intentar el empate.