Chris Froome encabeza el grupo en una etapa de montaña. / Jacky Naegelan (REUTERS)
CICLISMO | TOUR DE FRANCIA

Un Tour para funambulistas

La edición de 2014 tendrá seis llegadas en alto, una crono de 54 kilómetros, sin prólogo, y 15 kilómetros de pavés

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De Córcega en 2013 a Inglaterra en 2014. El Tour de Francia se mueve en función de las localidades que piden acoger la prueba y qué son capaces de hacer frente a los costos económicos que supone poder presenciar en vivo el tercer evento mundial a nivel deportivo. Si el Giro de Italia saldrá de Dublín, el Tour lo hará de Inglaterra, donde ya estuvo en 2007, poco antes de que se iniciase el despegue del ciclismo británico a todos los niveles. Desde entonces han ganado en dos ocasiones la prueba, con Bradley Wiggins y Chris Froome, además de lograr el maillot verde y 25 etapas con Mark Cavendish, que también fue campeón del mundo.

El Sky es ahora una de las referencias del ciclismo mundial. El Tour que se puso de largo este miércoles en París es una carrera en la que lo que más llama la atención, más incluso que una etapa concreta en los Alpes o los Pirineos, son los detalles adyacentes, es decir, la falta de un prólogo, de una crono inicial, de una contrarreloj por equipos, de una cronoescalada o de las bonificaciones.

También la presencia del pavés, con 15 kilómetros distribuidos en nueve tramos, que siempre resultarán comprometidos. O la decisión de incluir una sola contrarreloj individual, de 54 kilómetros, del mismo modo que se echa en falta una de esas etapas demoledoras de montaña.

Lo que siempre se ha llamado una etapa ‘modelo Tour’ podría ser la decimocuarta, que finaliza en Risoul, en la que se subirán tres puertos, dos de ellos a más de 2.000 metros, Lautaret e Izoard, además del final, situado a 1.855 metros. En total, 65 kilómetros de subidas y muchos de bajada.

Alpes más ‘cómodos’

Los Alpes parecen más ‘cómodos’ que los Pirineos, donde la decimoséptima etapa en la que se subirán el Portillon, Peyresourde, Val Louron y el final en Pla d’ Adet también tiene su peligro, sobre todo porque serán sólo 125 kilómetros. Muchos puertos y poco kilometraje, riesgo asegurado. Fieles a la tradición, los organizadores han colocado dos etapas ‘serias’ en Alpes y Pirineos.

Igual la carrera tiene más peligro en los Vosgos, con tres etapas en un terreno muy complicado, que en Alpes o Pirineos. Está la llegada al muro de Gerardmer, que tiene cierto parecido con el muro de Huy en la Flecha Valona. Luego habrá una etapa de cierta tranquilidad antes de llegar al final, el 14 de julio, a La Planche des Belles Filles, donde por cierto ganó, hace un año y medio, Chris Froome. La primera meta en alto aparecerá después de nueve etapas disputadas.

Dos de esas llegadas, las de Gérardmer, en la octava etapa, y La Planche des Belles Filles, en la décima, en los Vosgos, son más explosivas que las otras cuatro, en Pirineos y Alpes, mucho más tendidas.

Tenemos por delante un Tour para funambulistas, es decir, para buscar un equilibrio, de forma que ya no tiene que resultar exhaustivo al inicio de la prueba porque en las primeras etapas hubiese colocada alguna contrarreloj más o menos larga. Los corredores tendrán nueve etapas para ir haciendo kilómetros y evitar riesgos antes de los momentos claves que estarán en la segunda parte de la carrera.

Y para terminar, esa crono de Bergerac, donde Miguel Induráin le metió dos minutos a Tony Rominger en 1994, en un día con calor sofocante, cerca de 40 grados, en los que barrió al suizo. La distancia es de las que le gustaría al navarro y dejaría hundidos en la miseria a sus rivales sólo con verla.

Froome, favorito

En esta ocasión no se puede decir que el Tour haya estado diseñado para ningún corredor en especial. Con seis llegadas en alto y una contrarreloj de 54 kilómetros, si hay que dar un nombre como gran favorito, ese es el de Chris Froome, al menos el del Froome que hemos visto durante los dos últimos años.

El resto de aspirantes, al menos alguno de ellos, esperará a conocer el trazado de la Vuelta a España, como puede ser el caso de Alejandro Valverde y Purito Rodríguez.

Alberto Contador está condenado a correr el Tour, y luego la Vuelta, si todo discurre con normalidad. A Nairo Quintana le han chafado con esa contrarreloj de 54 kilómetros y los 15 kilómetros de pavés, pero no será fácil para Eusebio Unzue dejarle fuera del Tour. Algo parecido vale para Purito Rodríguez.

Bradley Wiggins, a día de hoy, es una incógnita y, además de su rendimiento, el tener que compartir equipo con Froome, que se ha ganado sus galones, no le beneficia.

Nos queda Vincenzo Nibali. El ganador del Giro aspira a un podio en el que no habrá plazas para todos los que puedan buscarlo, si es que los nombres que hemos citado acuden a Francia. Un Giro en el que no esté Nibali resulta atractivo para corredores como Purito Rodríguez o Nairo Quintana.

Los demás nombres que se podrían añadir a esa lista no dejan de ser aspirantes para un Tour que es cierto que favorece a los escaladores, pero que también, dentro de ellos, gravita demasiado sobre las posibilidades de Froome, que es muy superior a todos los demás. Salir para hacer segundo no es algo que les seduzca a los ciclistas con vitola de líderes