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Nueva redada de inmigrantes en Moscú

Los desórdenes del domingo en un barrio de la capital rusa recrudecen la campaña policial contra los ilegales iniciada meses atrás

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Tras los 1.200 inmigrantes detenidos el pasado lunes, hoy son cerca de 2.000 lo que han sido llevados a distintas comisarías moscovitas con el objetivo de comprobar sus documentaciones y determinar si se encuentran legalmente en Rusia. Así lo ha anunciado el departamento de prensa de la Policía de la capital. De ellos, según la misma fuente, 140 serán sancionados por incumplir la legislación de extranjería.

Las medidas contra los sin papeles se han intensificado después de que la semana pasada un inmigrante azerbaiyano asesinara a puñaladas a un joven ruso en el barrio moscovita de Biriuliovo. Se trata de Orján Zeinálov, que comparecerá hoy ante el juez y que ha confesado ser el autor de la muerte de Yegor Sherbakov.

Este homicidio condujo el pasado domingo a una auténtica explosión de ira en Biriuliovo con graves desórdenes y enfrentamientos con los antidisturbios. Pero las autoridades rusas hace tiempo que se lanzaron a la caza del inmigrante ilegal debido al malestar reinante en la población con el aumento de la criminalidad. También influye el ascenso de la ideología nacionalista y la xenofobia, fomentada sin ningún tipo de pudor por el presidente Vladímir Putin en los últimos años.

Desde el pasado mes de febrero, las batidas en busca de ilegales y las deportaciones masivas se han venido repitiendo con frecuencia, sobre todo en Moscú y San Petersburgo. Durante el verano hubo incluso que habilitar campamentos para confinarlos antes de devolverlos a sus países, ya que las comisarías estaban abarrotadas.

40.000 inmigrantes, en 2013

Según Nikolái Smorodin, subdirector del Servicio Federal de Migración (FMS), en 2013 de Rusia han sido ya expulsados casi 40.000 inmigrantes. “Las personas que hablan mal el ruso, que tienen una cultura totalmente distinta, es mejor que se queden en su país”, dijo el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, estando en campaña para los comicios de septiembre, en los que revalidó su mandato. Era un mensaje populista y premeditado porque sabe que una mayoría de rusos no ven con buenos ojos a los inmigrantes y exigen leyes que endurezcan los requisitos para permitir su entrada en el país.

Hasta el líder opositor, Alexéi Navalni, se acaba de pronunciar por establecer un sistema de visados con los países del Cáucaso y Asia Central, de donde procede el grueso de la inmigración ilegal que penetra en Rusia. Al no ser el visado un obstáculo, el flujo de inmigrantes procedentes de países como Azerbaiyán, Armenia, Georgia, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán es continuo. Muchos no regularizan sus papeles al llegar a Rusia por no encontrar trabajo o por tener antecedentes penales.

Konstantín Romodánovski, director del FMS, señala que, según datos de la ONU, Rusia es el segundo país del mundo, tras Estados Unidos, en número de inmigrantes. De ellos, sostiene el alto funcionario, tres millones y medio son ilegales. Pero el descenso demográfico condena a Rusia a echar mano de los extranjeros. Según distintas estimaciones, el país eslavo necesitará de aquí a unos 15 años 40 millones de trabajadores venidos de otros países.