FÚTBOL | EUROPA LEAGUE

El Sevilla gana por inercia con ayuda arbitral

Los de Emery ofrecieron un espectáculo soporífero ante un Friburgo que no inquietó la portería de Varas y se vieron beneficiados por un penalti dudoso sobre Bacca

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Octavo equipo alemán en jugar un partido europeo en el Sánchez Pizjuán y el número ocho que se marcha sin lograr la victoria en feudo hispalense. Descalabrado con sufrimiento por un Sevilla que se mostró dubitativo, el Friburgo pagó cara la derrota. Los de Emery lograron el triunfo con apuros en su regreso como locales a la segunda competición europea tras ausentarse en la edición pasada. Vencieron sin despejar muchas dudas. Era una prueba de fuego porque todo el mundo sabía que el choque debía servir para relajar tensiones. No sólo se trataba de tranquilizar los ánimos encendidos que señalaban con dedo acusador hacia donde se sienta el guipuzcoano, sino que también tocaba lavar con aguarrás las dianas pintadas sobre algunos futbolistas.

Bacca se reivindicó ante un público que empezaba a preguntar por qué se habían pagado alrededor de siete millones de euros al Brujas. Trochowski continuó con su puesta a punto tras una lesión que todo el mundo decía que le obligaría a dejar el fútbol. Mentalidad germana, que la llaman. La estrategia planteada desde el banquillo, la endeble defensa alemana y el gran acierto en esta ocasión de los delanteros rojiblancos ayudaron a dar un paso importante para las aspiraciones sevillistas de pasar a la siguiente ronda en la ‘Europa League’. Con seis puntos de otros tantos posibles, el líder del grupo H sigue oliendo a azahar.

Penúltimo de la Bundesliga, el cuadro teutón entrenado por Streich, al que comparan con el técnico del Borussia Dortmund, Jürgen Klopp, se encontró cómodo al principio. Quizá por aquello de que la humedad y la temperatura ambiente en Sevilla recordaba a la Selva Negra, entre los visitantes nadie parecía desagradado por jugar fuera de casa. La falta de intensidad de los de Nervión era considerable. Poca precisión en los pases y escasa movilidad de la gente de arriba. Por ello esta vez el técnico vasco sí fue aquel estratega calmado que demostrara conocimiento exhaustivo en sus etapas de Almería y Valencia. Supo qué hacer, cómo motivar a unos y otros y hasta dónde dar descanso para no verse con algún susto de más en el cuerpo. Dio un toque de atención a ciertos profesionales y estos se pusieron las pilas. El llamamiento para despertar de la siesta llegó con media hora de retraso, tiempo suficiente para que Jairo y Rakitic metieran miedo a Baumann.

Con el Sevilla dando la sensación de que por fin se desperezaba, la segunda parte sirvió para comprobar las dos caras de este equipo. La cruz fue la primera mitad, con un fútbol plano y repleto de sinsabores. Los otros 45 minutos apuntaban a la quintaesencia del trabajo bien hecho. Ayudó la entrada de Marin, más implicado que en tiempos pasados, y el árbitro, al pitar un penalti dudoso sobre Bacca, amén de decretar la expulsión de Diagné. Perotti transformó para apaciguar los ánimos, en teoría, ya que su celebración airada recriminando cuestiones personales a la afición sólo hizo sumar víctimas innecesarias en una batalla propia de colegial. Entre los ánimos encendidos hubo tiempo para que el delantero colombiano recobrara la sonrisa con un tanto en el tramo final. Los sevillanos se conformaron con lo mínimo contra un rival que estuvo de turismo por la capital de Andalucía.