OPINIÓN

Merkel, reforzada

La canciller podrá moderarse sin tener que plegarse más a la frecuente inflexibilidad del FDP

MADRID Actualizado: Guardar
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Las encuestas israelitas –a pie de urna- ya han dibujado con claridad el panorama: aunque Merkel rozaba la mayoría absoluta -42,3% de los votos-, su socio actual, el liberal FDP, que ha participado como bisagra en 17 de los 22 gobiernos de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, no conseguía rebasar el listón del 5% y se quedaba fuera del Bundestag, por lo que, aunque por poco, volvía a cobraba fuerza la idea de la ‘gran coalición’, la fórmula de gobierno preferida por los electores, con el SPD, que obtenía un resultado decepcionante. En la izquierda, relegada Die Linke al ostracismo por los demás actores, la hipotética coalición SPD-Verdes quedaba muy lejos de cualquier opción pese a la discreta mejoría de estos últimos.

Más tarde, cuando llegaban las primeras proyecciones, se constataba que Merkel se aproximaba realmente a la mayoría absoluta. Si las encuestas le daban un buen resultado –en un cálculo muy difícil por la complejidad del sistema electoral alemán, que es de “elección proporcional parcialmente personalizada”-, los primeros cómputos le concedían alrededor de los 300 escaños en que se cifra actualmente la mayoría absoluta del Bundestag (consta de 606 escaños). En 2009, Merkel obtuvo 239 escaños, que, con los 93 de los liberales, le permitieron gobernar con holgura.

La lectura de los resultados obtenidos hoy, a la espera aún de los datos definitivos, es en este caso relativamente simple. Quizá el ingrediente más notorio y obvio es el gran respaldo que la sociedad alemana ha otorgado a Merkel, aunque con un matiz nada desdeñable: el electorado ha dado rotundamente la espalda a la pequeña formación liberal que presionaba a Merkel en la dirección más radical, más desreguladora y egoísta. La canciller podrá, pues, moderarse, sin tener que plegarse más a la frecuente inflexibilidad del FDP.

Además, este resultado deja en manos de la CDU/CSU el tramo final de la resolución de la crisis, y relativiza la hipótesis de una gran coalición, que puede no ser necesaria y que en todo caso sería muy desequilibrada por la gran distancia que separa a CDU/CSU del SPD. Esta situación permitirá al SPD ejercer una labor de contradicción y control que no hubiera podido desempeñar de haber formado parte de una gran coalición más equilibrada, que de hecho hubiera impedido una verdadera dialéctica política en el Bundestag.

Merkel no ha querido esta noche desvelar la fórmula de gobierno que adoptará; mañana, ya con los resultados definitivos ante los ojos, la CDU tomará las pertinentes decisiones, y es de prever que comenzará un período de reflexión y negociación. De cualquier manera, la victoria abrumadora de Merkel, que obliga a Europa a proseguir por la vía invariable de la ortodoxia monetarista –los recortes y la consolidación fiscal-, refuerza irremisiblemente esta dirección de avance pero también otorga a la canciller una gran libertad de movimientos y le permite ciertas audacias impopulares ya que cuenta con capital político suficiente para ello. En este sentido, es probable que esta cómoda autonomía personal de la jefa de gobierno de la gran potencia alemana tenga un efecto favorable en el proceso de integración europea.