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Canibalismo de lujo
El cineasta Óscar Rojo firma en 'Omnívoros' un inquietante thriller en el que un periodista gastronómico se ve atrapado en el exclusivo mundo de los restaurantes clandestinos
MADRID Actualizado: GuardarAlrededor de los años 50, los restaurantes clandestinos se convirtieron en un fenómeno social muy popular en países como Cuba, China o Nueva York. También en nuestro país han ido surgiendo tímidos experimentos en los últimos años que tratan de reinventar el concepto gastronómico más exclusivo. De esa idea partió el cineasta Óscar Rojo para alumbrar su segundo largometraje, ‘Omnívoros’, un inquietante thriller protagonizado por Mario de la Rosa, Paco Manzanedo y Fernando Albizu, en el que un prestigioso periodista gastronómico, Marcos Vela, se verá atrapado en el inquietante mundo de los restaurantes clandestinos tras aceptar el encargo de una editora para escribir un reportaje. “Lo que se me ocurrió fue, ¿por qué no uno donde se ejerza el canibalismo de lujo? ¿Por qué no hacer de eso una leyenda urbana? Ese es el planteamiento de la película. Me tiré a la piscina y creé un restaurante clandestino donde se consume carne humana”, explica Rojo, director y guionista de la cinta, que se estrenó en los cines el viernes 20 de septiembre. Pero, ¿hablamos de realidad o de ficción? En opinión del autor, “a lo largo de la historia y también en la historia moderna, se han dado casos de canibalismo en nuestra sociedad, pero no hasta el punto de un restaurante clandestino, oculto, dedicado exclusivamente para ricos donde se pagan cantidades ingentes de dinero por consumir carne humana”.
La cinta, una apuesta arriesgada en lo conceptual y lo visual pero, sobre todo, sorprendente, fue testeada en la pasada edición de Sitges con gran aceptación del público. “Curiosamente, en los festivales gustó más al público en general que al aficionado al cine de terror o gore, al especialista que va buscando algo extremo y que en ‘Omnívoros’ difícilmente va a encontrar. Lo mío no es una película gore y, más que de terror, es un thriller”, avisa Rojo, que se muestra consciente de que encontrará reacciones diversas en su puesta de largo en las salas de cine. “Es una película bastante polémica en muchos aspectos, por lo que puede haber sectores que lo vean inadmisible, tal vez por el contenido social algo transgresor. No puedo avanzar cuál será el resultado, lo único que sé es que no va a dejar indiferente a nadie”.
Advierte igualmente de que tampoco es una película de denuncia social, aunque incluya una enérgica crítica al hedonismo de las clases acomodadas que son capaces de cualquier cosa por satisfacer sus deseos. “Lo que cuestiono es a esa sociedad que está ahí, oculta, con muchísimo dinero, ociosa, caprichosa y que no sabe en qué gastar el dinero”, lamenta Rojo, que denuncia los numerosos ejemplos en todo el mundo de personas que pagan cantidades indecentes de dinero por acceder a cosas prohibidas solo por el placer de la exclusividad, de ser los únicos que pueden acceder a algo. “Como en Tailandia, cuando pagan por torturar a los hijos de una familia que necesita el dinero. O en Indonesia, donde acude gente dispuesta a pagar muchísimo dinero por acostarse con niños o niñas”.
Rojo nos plantea en su cine la cara más oscura de la condición humana y nos recuerda que el horror está en la casa de al lado. “Más que los hombres lobo y los vampiros, me da mucho miedo ese hombre que tuvo encerradas a sus hijas durante años, a quienes violaba, sin que nadie lo supiera, como en Austria o el que se ahorcó en Estados Unidos tras cometer atrocidades con unas niñas. Eso es lo que realmente me asusta de nuestra sociedad, esas cosas que pueden estar sucediendo en la casa del vecino y que son realmente aterradoras. Por eso me interesa explorar en la esencia humana y cuestionarme por qué una persona puede llegar a hacer algo así”.
La magia del cine
La vinculación de Rojo con el mundo del cine viene de lejos. De una infancia en la que su padre, cerrajero de día y cobrador de un cine de barrio por las tardes, se lo llevaba con él a la sala, donde se quedaba absorbido horas y horas frente a la pantalla de cine. No se imaginaba llegando a dirigir, aunque sí dentro del universo cinematográfico. Durante muchos años trabajó como creativo publicitario, con gran éxito y firmando campañas que suman más de un centenar de premios. Le fue bien, pero la espina del cine siempre se mantuvo, esa necesidad de contar cosas al espectador de forma más directa. “Intento aprovechar la faceta de creativo para hacer películas con un toque diferencial. Hay demasiadas adaptaciones, demasiados ‘remakes’ y ‘biopics’ y, aunque salga mal, hace falta un poquito de originalidad en el mundo del cine”.
El cineasta, al menos, se aplica rigurosamente su propia receta y supone un soplo de aire fresco en un panorama audiovisual que, dicen los más críticos, adolece de falta de innovación. Rojo considera, sin embargo, que el cine español es en general un buen cine, con mucha calidad. “Lo que me hace cuestionarme el por qué la reacción de la taquilla es tan pobre; quizá deberíamos acercarnos más a ese tipo de películas que sí interesan al público y les hace ir a las taquillas para levantar esto un poco”.