LIBROS

Una historia lúgubre contada con elegancia

MADRID Actualizado: Guardar
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Peter Cameron es un escritor que no se conforma con un único registro. Cada una de sus novelas sorprende a sus seguidores, que saben de su empeño en no aburrir al lector con repeticiones fútiles. Si en ‘Algún día este dolor te será útil’ narraba las andanzas de un adolescente con resonancias del mejor Salinger, en ‘Coral Glynn’ (Libros del Asteroide) se atreve a abordar los sinsabores del amor y la soledad empleando recursos que evocan a las mejores escritoras británicas del periodo de entreguerras.

Uno de los aciertos de este escritor de New Jersey estriba en que acepta atenerse a los corsés de la novela inglesa, una tradición en teoría extraña para él, pero tratando asuntos plenamente actuales, como la homosexualidad, y los estigmas y asechanzas que la acompañan. Su talento se revela en el uso de una prosa delicada y elegante para hablar de asuntos escabrosos. No en vano, algunos de los episodios de la historia que cuenta Cameron tienen que ver con el sexo infantil, la doble vida de los gais o la hipocresía de una sociedad que se escandaliza con cualquier cosa.

Como Dophne du Mourier, Elizabeth Taylor, Rose Macaulay o Muriel Spark, prosistas a la que Cameron rinde en cierta forma homenaje, el autor de esta novela tiene la rara habilidad de tocar aspectos inquietantes del alma humana sin perder para ello sutileza.

‘Coral Glynn’ trascurre en la Inglaterra de mediados del siglo XX. La protagonista, cyo nombre da título al libro, es una enfermera experimentada en atender a pacientes difíciles, a veces terminales, en la casa del enfermo. Salta de un trabajo a otro, de un enfermo a otro, a medida que van muriendo. En uno de esos empleos se las tiene que ver con la anciana madre del mayor Clement, una señora que se intuye odiosa, aunque el cáncer devastador que padece le da pocas oportunidades para demostrarlo. El militar retirado, aquejado de penosas mutilaciones, corteja a Coral con maneras exquisitas, mientras una criada, la señora Precent, acosa a la apocada y joven enfermera con una hostilidad despiadada.

La novela tiene un cierto perfume a Jane Austen y las hermanas Brontë, aunque aquí las pasiones no son nada borrascosas. Todo lo contrario, están atemperadas por la compostura y el fingimiento que dominan la vida de los personajes. Y es que muy pocos personajes en este relato se conducen por el sentido de la rectitud y la coherencia. Estas conductas, llenas de dobleces, hacen que nada es lo que parezca. Hasta la propia protagonista se asaltada por deseos innobles. En una casa de campo en plena campiña inglesa, algo que en teoría tendría que procurar escenas idílicas y aplacientes, subyace un ambiente lúgubre, ligeramente gótico y patológico.

Poder simbólico

Una de las virtudes de la novela reside en su poder simbólico. La existencia de una anciana enferma encerrada en su dormitorio es toda una metáfora de situación capaz de ofrecer una lectura lúcida sobre la represión sexual.

Para hacer esta lograda novela de época, el autor no incurre en el error de muchos escritores de novelas históricas de apabullar con la documentación y decir el nombre de hasta la marca de té que toman los personajes.

Coral Glynn participa del mestizaje de géneros. Posee elementos propios de la novela romántica, de misterio, gótica y psicológica, sin ser enteramente ninguna de las tres cosas. La destreza de Cameron no está tanto en lo que dice como en lo que sugiere. De ahí que los personaje revelen más de sí mismos no a través de sus diálogos sino por lo que callan.