El Congreso reconoce que una parte del techo pudo venirse abajo
Celia Villalobos anuncia una segunda fase de remodelación, pero destaca que el edificio es ahora "plenamente seguro" gracias a las obras que están a punto de concluir
MADRID Actualizado: GuardarLos diputados, trabajadores y en especial los periodistas que desempeñan su labor en el Congreso han corrido serio peligro ante el deplorable estado de las cubiertas del histórico edificio; de hecho, el Congreso reconoce que, de no haberse realizado las obras que comenzaron en esta legislatura, parte del techo podría haberse desplomado. Como muestra, los operarios han llegado a encontrar entre las deterioradas vigas restos de perros y gatos momificados.
La 'zona cero' del hipotético desastre se hubiera encontrado en el 'Escritorio', que es como se conoce a la sala desde donde los informadores siguen la mayoría de las intervenciones de los oradores y es el punto donde los portavoces y diputados hacen declaraciones a los medios de comunicación. "Hemos llegado a tiempo de impedirlo, pero sí, las personas que trabajan en ciertas zonas del Congreso, como los periodistas, han corrido un serio peligro. El edificio es ahora plenamente seguro", ha indicado Celia Villalobos, vicepresidenta primera del Congreso, tras el recorrido que ha hecho con un grupo de informadores a los que les ha mostrado con fotografías, y mediante un recorrido por la segunda planta, cómo estaba las vigas del techo antes de las obras y cómo han quedado ahora.
Villalobos ha explicado que la primera fase de las obras de remodelación del Congreso, que han tenido un presupuesto de 4,5 millones de euros a cargo de Patrimonio del Estado, concluirán el próximo mes de noviembre con la retirada de todos los andamios que ahora rodean el edificio más antiguo del complejo, que es el que alberga el salón de plenos. La número dos del Congreso ha confirmado que el acto institucional del 6 de diciembre, que incluye la jornada de puertas abiertas y que el año pasado se tuvo que celebrar en el Senado, volverá a su escenario habitual en la madrileña Carrera de San Jerónimo.
La Cámara Baja deberá afrontar el año que viene una nueva restructuración: la de la segunda planta del edificio, cuyas vigas y estructuras se encuentran en un estado bastante precario. Esta remodelación no estará terminada antes del final de la legislatura, según ha expuesto Villalobos.
Todo el personal administrativo que trabajaba en este segundo nivel ha sido trasladado al edificio anexo, donde se encontraban los despachos del secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, y de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, "que los han cedido amablemente para ahorrar los 90.000 euros anuales que nos hubiera costado el alquiler de nuevas oficinas", ha apostillado Villalobos.
La necesidad de modernizar estas estructuras se ha descubierto casi por casualidad durante el arreglo de las cubiertas que estaban a punto de ceder, que tuvo el incidente puntual del sumidero mal sellado que provocó la ya famosa gotera que obligó a aplazar la sesión de control al Gobierno de la semana pasada. Villalobos ha recalcado que, no obstante, el edificio es "antiguo y sus materiales no eran los mejores", a lo que se ha añadido "un abandono de más de un siglo".
Tiros de Tejero
La número dos de la Mesa del Congreso ha comentado la dificultad que supone documentar con rigor lo que ocurrió durante la intentona golpista del 23 de febrero. Villalobos ha recordado que, para empezar, la documentación sobre el 23F ha estado catalogada como secreto de Estado durante 25 años. Por ello, ni siquiera hay constancia oficial de cuántos disparos de Antonio Tejero -cinco de ellos han sido tapados por error al colocar una rejilla del aire acondicionado- y de otros guardias civiles acabaron en el techo. Los técnicos de la Cámara Baja ya han comenzado a recopilar información, empezando por el atestado que la policía hizo tras el 23F.