Ona Carbonell emociona al Palau Sant Jordi
La sirena catalana conquista el bronce en el solo libre y se cuelga su cuarta medalla
BARCELONA Actualizado: GuardarLos técnicos de la federación española no tienen ninguna duda. La nadadora que llevará la bandera del equipo nacional de sincronizada en los próximos cinco o seis años se llama Ona Carbonell. La final del solo libre confirmó este miércoles que la catalana está llamada a hacer grandes gestas a nivel internacional. Nadó con fuerza, emocionó al Palau Sant Jordi y conquistó la medalla de bronce, su cuarta presea de los campeonatos y la rúbrica de que estamos ante una gran competidora. La mezcla perfecta entre la creatividad y la expresividad de Gemma Mengual y la potencia atlética de Andrea Fuentes. Ona quería más que la medalla de bronce, mucho más. Soñaba con derrotar a la china y por qué no acercarse a la rusa. Se sentía fuerte. La canción de ‘Barcelona’, interpretada por Montserrat Caballé y Freddy Mercury, auténtico himno de los Juegos de 1992, lo tenía todo para seducir al público, a los jueces y al mundo entero a través de la televisión.
Sin embargo, Ona Carbonell no pudo pasar de la tercera plaza. Quizá le faltó algo de gasolina. Acusó el cansancio de tener que nadar todas las pruebas, a diferencia de sus competidoras, como la rusa Romashina que sólo nada el individual y el dúo o la china, que únicamente compite en la prueba que enfrenta a las solistas. La ventaja era evidente para la rusa y la china, pero Ona no se arrugó y no quiso excusas. Svetlana Romashina puede que se lleve los grandes titulares de los decimoquintos campeonatos del mundo de natación, porque salvo lesión o enfermedad se colgará cuatro medallas de oro. Un pleno mágico que no admite contestación. Sin embargo, quien saldrá más reforzada de los campeonatos será Ona Carbonell, que con toda seguridad se llevará siete medallas, tras meterse una paliza descomunal en ocho días de competición, que le marcarán como deportista. Su actuación en el Palau Sant Jordi fue de esas que dejan huella. No sólo ella se emocionó en el agua, también Gemma Mengual, su entrenadora, confidente, amiga; el público, que se puso en pie, y quién sabe si Montserrat Caballé desde casa, viendo la televisión. Ona pidió consejo a la gran diva de la ópera y se llevó un par de recomendaciones: tener siempre en cuenta el alma, para ganarte a la gente, y ponerse brillantes en la cabeza, en homenaje a la Barcelona ‘gaudiniana’, como los que lució la soprano en la gala de Barcelona 92.
«He disfrutado, me emocionado, me han dicho que he estado increíble, lo que he vivido no lo repetiré», dijo la nadadora barcelonesa entre lágrimas. Las sensaciones en el equipo español fueron muy buenas, Ona había sido capaz de seducir, de transmitir la magia de Barcelona 92. Pero los jueces quizá no se dejaron impresionar. Calificaron su ejercicio con un 94,29, apenas unas centésimas menos que en las eliminatorias. Una anotación algo corta, que no le valió a Ona para superar el 95,72 de la china Xuechen Huang, con su interpretación sólida y muy firme del Fantasma de la ópera. Ambas quedaron, eso sí, muy lejos de la rusa, impresionante y muy creativa nadando al ritmo de Marilyn Monroe. Dicen que la reina de la ‘sincro’ es algo tímida, pero cuando salta al agua se transforma y es capaz de todo. Incluso de jugar a ser seductora con la cámara.
Ona Carbonell y Marga Crespí compiten este jueves en el dúo libre, donde una vez más se las verán con las rusas y las chinas. Parten con desventaja, aunque ya toca superar a las asiáticas.