EL OTRO MADRID

Las sombras a nuestros pies

La Unidad de Subsuelo de la Policía Nacional es la encargada de revisar que en el mundo subterráneo todo esté tranquilo

MADRID Actualizado: Guardar
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El 'pi'’ no deja de sonar. Es una de las herramientas fundamentales para el trabajo de una de las unidades más especiales que hay dentro de la Policía Nacional. El 'pi' vuelve, inmisericorde para los no iniciados. Música celestial para el subinspector Méndez y sus hombres. Porque en ese 'pi' les va la vida. Es la forma que tiene el medidor de calidad de aire de pronunciarse sobre las condiciones en las que se tiene que mover la Unidad de Subsuelo y Protección Ambiental. Si suena el 'pi', eso quiere decir que la calidad del aire se encuentra entre un 19% y un 23%. Por debajo del mínimo, los miembros del equipo sentirían asfixia; por encima, habría riesgo alto de explosión por el metano.

Así que el equipo de Subsuelo tiene que estar atentos al pequeño transmisor que lleva uno de ellos, siempre el de cabeza. Al menor indicio de que hay algo mal, la consigna es salir rápidamente de los colectores o las galerías donde se encuentren. Otro de los elementos a los que hay que tener en cuenta son las ratas. “Si chillan, es que viene agua”, dice Luis Tejeiro, con su mono azul y su casco recién salido de fábrica. “Hay que ir con ellas”, remata el subinspector Méndez, curtido en la Policía y con doce años bajo el suelo de Madrid. “Nadie nos ve pero siempre estamos”, añade con cierto orgullo.

Porque, en definitiva, ese es su trabajo. Revisar sobre todo las galerías por donde van los elementos básicos de una ciudad y cerciorarse de que todo está como tiene que estar. Y, sobre todo, que allí abajo no haya nadie extraño, como ocurrió hace un mes cuando cuatro ladrones atracaron una sucursal bancaria y huyeron por donde habían entrado: las alcantarillas. “Este caso es una excepción”, concede Méndez. Los más veteranos de este tipo de unidades recuerdan a algunos ladrones que esperaban en las bajantes de los hoteles a que cayese alguna joya descuidada. Incluso hubo profesionales italianos que les cazaron usando hace años unas lanzas térmicas para atracar bancos y joyerías.

Pero en doce años de trabajo, el subinspector Méndez lo más raro que se ha encontrado son unos cuadros que le puso en alerta. “Fue después del atentado en el aparcamiento de (la plaza) de Colón (en Madrid. Eran tres paquetes y en principio pensamos que eran drogas. Pero los perros no los señalaban. Al final, vinieron los Tedax y descubrimos que eran unas pinturas”, recuerda. Lo más habitual es no encontrar nada raro ahí abajo, donde ellos vigilan que esté todo en su sitio tanto en la vida normal como en las visitas oficiales a la ciudad. Todo el alcantarillado y el subsuelo tiene que estar controlado para cuando el presidente, el Rey o una autoridad extranjera llegue. “Para entonces, nosotros ya nos hemos ido”, añade el subinspector, que destaca que la unidad madrileña es la única que trabaja las 24 horas. Solo hubo una vez que no pasó eso: en la boda de los Príncipes de Asturias. Los ‘topos’ de la Policía estuvieron todo el recorrido nupcial por las calles de la ciudad vigilantes de que no sucediera nada extraño.

Puestos cotizados

Entrar en la Unidad de Subsuelo no es tan fácil como puede parecer. Hay mucha demanda. En la última promoción, se ofertaron 21 plazas y más de 400 agentes pelearon por conseguirlas y acudir al duro entrenamiento. Treinta días donde no paran de machacarse físicamente. A muchos de ellos les motiva esta peculiar unidad, cuyos miembros son unos grandes aficionados a los deportes. “A mí me enganchó por la espeleología”, confiesa Alberto Asensi, seis años en la unidad. “Aquí hay mucho fanático a los deportes”, añade. A otros, les llamó la atención el trekking; el hacer algo diferente en una unidad distinta. En una unidad qu son las sombras a nuestro pies.