Redescubriendo a Frankenstein
La compañía 'La Butaca vacía' retoma el concepto más clásico del musical con el estreno en Madrid de 'Frankenstein', basado en la novela original de Mary Shelley
MADRID Actualizado: GuardarNi verde, ni con la cabeza cuadrada, ni con tornillos atravesándole el cuello. La famosa criatura que ideara la escritora Mary Shelley en 'Frankenstein o el moderno Prometeo', publicada por primera vez en 1808, ha sido la inspiración de la que ha bebido la compañía granadina 'La Butaca Vacía' para tejer los mimbres de 'Frankenstein, el musical', que se ha estrenado este fin de semana y hasta el 18 de agosto en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid. Su directora y libretista, Miryam Carrascosa, retoma el concepto más clásico del musical con una férrea apuesta que esquiva los tópicos y ofrece una producción honda, elegante y bien trabajada.
"Necesitábamos ver un montaje de corte clásico gótico, al estilo de 'Doctor Jekyll y Mr. Hyde'. Primero elegimos el concepto, después la música y por último decidmos qué historia contar", explica Carrascosa. "Nos pareció preciosa por los tintes góticos y porque la historia es tan humana, algo que preocupa al hombre desde siempre, la pérdida de un ser querido, el elixir de la vida eterna, el conflicto con la ciencia", prosigue. Pero lo que marcó la decisión fue que casaba perfectamente con la música. "Concebimos que un musical auténtico es en el que música y libreto nacen juntos, y nos pareció la idea perfecta". La directora y libretista, que fundó hace ya siete años junto a su hermana la productora 'La Butaca Vacía', considera que "tendríamos que mirar más veces a Londres". En este sentido, considera que en España falta variedad musical. "Ahora se cultiva mucho el musical moderno y el infantil o familiar, pero creo que hay que potenciar el musical clásico, producciones de gran formato y con una historia con la que te sientes identificado y te llegan hondo. Nosotros apostamos por ello", remacha.
Su otra mitad en esta compañía familiar es Cristina, su hermana, que decidió poner en un segundo plano su faceta de actriz para asumir el papel de regidora y dirigir al elenco. "Todo comenzó con Los Miserables. Lo vimos en el año 91 en Londres y dijimos: 'Quiero hacer eso'. Años después nos lanzamos e incluso representamos Los Miserables en España", explica mientras ejerce de cicerone por el backstage del teatro. No le costó renunciar al foco, entendió que estar detrás es "igual o más importante" que estár delante, aunque siemrpe se resevar un par de escenas. "Te hace crecer como persona y como profesional".
Cristina se mueve por las tripas del teatro como pez en el agua; camina por los vestuarios mientras no deja de señalar cada parte del montaje. Conoce todos los detalles. "Hay mucho juego de escenografía, velas, ventanas, bosque, barra de laboratorio.... nos compensa que sea un diseño aéreo porque cuando giramos hacemos el montaje y desmontaje el mismo día de la representación", explica. Excepto la estructura y los módulos, toda la escenografía está hecha por los miembros de la compañía, incluso una réplica exacta de la muñeca que Elisabeth tiene en su infancia. "Somos unos frikis y mimamos cada detalle, porque hemos comprobado que cuando encargamos algo no paramos de revisarlo hasta llegar a lo que queríamos", admite. "Y eso también une, somos una gran familia y preparar el decorado, el montaje y demás son momentos especiales".
Un monstruo muy humano
El resultado son dos horas y media de espectáculo que tratan de concentrar toda la intensidad de la novela. El momento cumbre, sin duda, el nacimiento de la criatura que se desarrolla a lo largo de toda una escena. "Hay cambios de vestuario muy rápidos, algunos tanto que no da tiempo a llegar al vestuario", señala Cristina. Los personajes de Victor y Elisabeth Frankenstein, por ejemplo, tienen un 'mete-manos' que dura 24 segundos. "No es solo un cambio de vestuariono, sino también a nivel de interpretación el proceso psicológico del personaje cambia radicalmente porque pasan 8 años, pero en escena son 24 segundos", desgrana la regidora.
Julián Salguero interpreta al doctor Frankenstein, el padre de la criatura. "Soy el creador, un científico de familia noble que, a raíz de la muerte de su madre, intentará durante toda su vida erradicar la muerte y poner fin al dolor. Para ello intenta dar vida a la materia inerte y lo consigue", resume. Su primer recuerdo del monstruo es el más común para el espectador, el monstruito verde de los tornillos que no es para nada lo que se van a encontrar aquí. Yo interpreto a Víctor Frankenstein,
Detrás del personaje de Elisabeth Frankenstein está la actriz Allende Blanco, una abogada que hace dos años decidió darle una oportunidad a la vena dramática que le bullía en las venas. "Mi personaje fue adoptada cuando era una niña por la familia Frankenstein. Es muy pasional, muy vivaz y siente un amor incondicional hacia Víctor; le ama de una forma que ya no existe", explica la exletrada. En su opinión, el acercamiento a la novela le ha descubierto una nueva forma de ver al monstruo. "Es un ser vivo con conflictos, que derrocha amor pero que es maltratado. No da tanto miedo, no es un monstruo, es una persona creada a partir de muchas personas, es muy humano en el fondo", reflexiona.
El personaje estrella, la Criatura, está interpretado por Samuel González, un componente de la compañía desde prácticamente los inicios y que se estrena en esta obra con un papel principal. "Es un personaje que me está regalando muchísimo", señala. Su primer recuerdo de la criatura de Frankenstein es la adaptación cinematográfica de Keneth Brabagh, en blanco y negro. "También recuerdo haber visto 'El espíritu de la colmena' y me sucedía lo que al personaje de Ana Torrent cuando era pequeña de sentirme fascinado con ese personaje, también un poco la serie de 'La Familia Monster', un poco todo mezclado", rememora. "El que venga a ver el musical va a descubrir un Frankenstein desconocido, alejado de lo anecdótico, porque se ha versionado tanto que ya hay más versiones cómicas que auténticas", explica. Y extrapola las vicisitudes de su personaje con la situación actual. "Todo el mundo se va a ver reflejado en el drama del personaje, ahora que el ciudadano se siente huérfano sin un gobierno que le satisfaga, abandonados por nuestros creadores", reflexiona el actor.
Mientras habla, las soprano comienzan a calentar la voz con gorgoritos que emulan a una sorprendente Aretha Franklin. Más arriba, desde el cielo del teatro, los técnicos programan luces en cabina mientras Rolando, el cañonero, fija la luz principal. Los nervios flotan en el ambiente. En apenas unas horas, el público comenzará a ocupar su butaca para descubrir al monstruo de la obra. O al humano. A descubrirse, en definitiva, a uno mismo reflejado en los demás. Que se abra el telón.