Ardiente amor de madre
La progenitora de un ladrón del museo de Róterdam declara que quemó cuadros de Monet y Picasso tasados en 100 millones
MADRID Actualizado: GuardarUna madre haría cualquier cosa por sus hijos. Los protegen, los educan, les dan de comer cuando son pequeños y muchas de ellas siguen haciéndolo cuando son mayores, bastante mayores. Eso es lo que hizo Olga. Esta señora rumana tenía claro que debía hacer algo por su Radu, que se había metido en un problema y de los gordos. El 'pequeño' Radu Dogaru y sus compinches robaron siete cuadros del museo de Róterdam y se los llevaron a su país en octubre de 2012. Sin embargo, fueron cazados por las autoridades rumanas en enero de 2013 y el martes comenzó el juicio.
Olga tenía claro que debía hacer algo para que a su hijo no le cayeran un montón de años de prisión. En una cárcel rumana. Y en su desesperación, o como objetivo dentro de un plan más elaborado, decidió quemar los cuadros. Todas las pinturas. «Preparé primero el fuego en la chimenea de mi cuarto de baño. Después, me fui al cementerio, desenterré los cuadros y los llevé a casa. Metí la bolsa en las que estaban todas las pinturas, puse madera, zapatos y otras cosas y esperé a que ardieran completamente», relató Olga durante el juicio que se celebra en Bucarest y donde ella está también acusada como cómplice.
Las pinturas no son de unos artistas cualesquiera. Son de Picasso ('Cabeza de arlequín'), Monet ('El puente Waterloo' y 'El puente Charing Cross'), Matisse ('La lectora en blanco y negro'), Gauguin ('Mujer delante de una ventana abierta, llamada la novia'), Meyer de Haan ('Autorretrato') y Lucien Freud ('Mujer con los ojos cerrados'). Obras de primer nivel que en su conjunto tendrían un valor de unos 100 millones de euros. Cantidad que a Olga le dio igual con tal de mitigar la posible condena de su descendiente.
Porque Radu y un compinche entraron el 16 de octubre en la galería Kunsthal para dar un golpe que apenas duró dos minutos. Sustrajeron las obras de arte pero el atraco se torció. Las autoridades de los Países Bajos detuvieron a tres ciudadanos rumanos que colaboraron en el robo; el compinche de Dogaru todavía está en busca y captura y al pobre Radu lo pillaron de la forma más tonta. Después de involucrar a mamá -acusada de encubrimiento-, preguntó en Bucarest a un colega dónde podía colocar un monet y un picasso. La Policía rumana no tardó mucho en localizarlo y llevarlo a prisión.
Ahora, los expertos del Museo Nacional de Historia de Rumanía están analizando las cenizas halladas en la morada de Olga para verificar si lo que la abnegada y protectora madre declaró es cierto o simplemente se trata de un bulo para distraer a los agentes y que dejen de buscar esas obras maestras. Sin embargo, la Fiscalía se cree las palabras de la acusada y en la vista señaló que realizó esta acción porque sin lienzos no habría pruebas para condenar a Radu y al resto de los acusados y los tendrían que dejar en paz. Una acción desesperada para defender a su pequeño. Tenga la edad que tenga y haga lo que haga.