Belleza VIP

Natalia Vodianova, una zarina en París

Su cara de niña esconde una fuerza de voluntad extraordinaria. Natalia Vodianova, que desde 2008 es la imagen de Guerlain, nos habla de su infancia, su carrera y la solidaria

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Con su perfecto rostro en forma de corazón, sus enormes ojos de un azul cristalino, la misma tez aterciopelada que el pétalo de una rosa y una sonrisa cándida y rebosante de templanza, Natalia Vodianova podría haber sido cualquier princesa en un cuento de hadas. La vida escogió por ella y la convirtió en Cenicienta. Una que ha pasado de sobrevivir vendiendo fruta en las calles de una ciudad industrial a conquistar las pasarelas de todo el planeta; de poseer un solo abrigo para superar todos los crudos inviernos rusos a compartir su vida con el heredero del mayor imperio de la moda de lujo.

A los 31 años, Natalia todavía embelesa con su conmovedora belleza eslava a fotógrafos, estilistas y editores de moda, que no se cansan de convertirla en la reina de sus portadas. Mientras, su infancia y su adolescencia, marcadas por la miseria y la enfermedad de su hermana Oksana, que nació con parálisis cerebral, alimentan el mito. Es imposible no preguntarle por su pasado. Natalia empezó a trabajar con 15 años para sacar adelante a su familia: su madre y sus dos hermanas, todas de distintos padres. Y es la prueba viviente de que las dificultades vitales imprimen carácter. El suyo está marcado por la determinación y la responsabilidad, la compasión y el orgullo. No tiene ningún reparo en hablar de esa época. “Entonces estaba demasiado ocupada viviendo el presente como para preocuparme del futuro. Solo tenía la esperanza de que, de alguna forma, y a pesar de mis escasas perspectivas en la vida, todo iba a salir bien”, le cuenta a Mujer hoy. Más información en MujerHoy.com