VIAJES | expedición en américa

«España no solo mandaba maleantes y presidiarios a América»

La Ruta Quetzal BBVA visita Panamá Viejo y estudia los detalles de la sociedad panameña de hace 500 años, muchos de ellos atenuantes de la ‘leyenda negra’ que pesa sobre el Imperio Español

PANAMÁ Actualizado: Guardar
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Poco a poco, se agota el tiempo de la etapa panameña de la Ruta Quetzal 2013. A estas alturas, los expedicionarios ya conocen los pormenores del periplo que el extremeño Núñez de Balboa encabezó hace 500 años en un viaje que cambiaría el mundo y que sería el otro mimbre, junto al descubrimiento de Colón, con el que se empezaría a tejer la globalización que hoy conocemos, al abrirse nuevas vías comerciales entre Europa y Asia.

En aquel ir y venir de galeones españoles, las ciudades portuarias jugaron un papel clave. Panamá Viejo, fundada en 1519 por Pedrarias Dávila, fue punto de partida de expediciones como la conquista del imperio Inca en Perú y escala de las rutas de los mercaderes. Por su gran valor estratégico, sufrió asedios piratas, que en muchos casos estaban financiados por las potencias extranjeras como Inglaterra u Holanda. Sin embargo, en contra de lo que se cree, y pese a haber asediado Panamá Viejo, el pirata Henry Morgan no fue el autor de la destrucción, en sentido estricto, de la localidad, ya que de ellos se encargaron los propios españoles al volar los depósitos de explosivos.

Todo esto lo saben ya los expedicionarios gracias al recorrido por las ruinas de lo que fue un centro neurálgico, y a la conferencia al aire libre de la catedrática Carmen Mena. Además, la profesora universitaria sevillana se ha encargado de poner en su sitio la ‘leyenda negra’ que pesa sobre los conquistadores españoles. “No es cierto que a América solo llegaran de España maleantes, presidiarios y mala gente. Para empezar había que ser cristiano viejo, nada de conversos, ni musulmanes ni judíos. Venía gente de todas las clases sociales, eso sí, era una representación de lo que era la sociedad española en la época”, desgrana. Y es que no era tan fácil partir de Sevilla en una carabela: había que obtener una ‘licencia’, “lo que hoy sería el pasaporte”, ejemplifica Mena.

Aunque bien es cierto que había “un buen número de hidalgos, segundones de sus casas con título pero muy pobres, que no cruzaban el Oceáno Atlántico para trabajar sino para conseguir ese señorío que veían en España. A ese fin se trajeron esclavos negros, y hubo ese mestizaje entre unos y otros”. Asimismo la sociedad panameña del siglo XVI se componía “de artesanos, que también vinieron muchos, pero por ejemplo estaban mal vistos los abogados, el mismo Núñez de Balboa les tenía ojeriza, y tampoco se admitían prostitutas ni gitanos a bordo”, asevera. Sin embargo eso no impidió que algunas ciudades con puerto “fueran auténticos prostíbulos al aire libre”, reconoce.

Con todo, los expedicionarios han tomado buena nota de la fisionomía de una población que fue el germen de lo que hoy es Iberoamérica, de lo que Miguel de la Quadra-Salcedo llama una identidad “de ida y vuelta”, y que los participantes en el programa están a punto de conocer en sus dos vertientes. Será mañana cuando tomen el avión que les llevará a la segunda parte de la aventura: España, y Europa.