Imagen de un rover Lunojod. / Foto: Archivo
ESPACIO

Los abuelos del Curiosity

Los Lunojod soviéticos fueron los primeros rover de la historia. A parte de un gran éxito científico dieron lugar a curiosidades y una extravagante leyenda popular

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El rover Curiosity que en este mismo momento está circulando por la superficie de Marte tiene padres y abuelos. Los primeros son el Spirit y Opportunity. Más desconocidos para el público en general son sus antepasados más lejanos, que se remontan al inicio de la década de los 70 y fueron creados por la Unión Soviética. Se trata de los Lunojod 1 y 2.

El primero de ellos alunizó sobre el satélite terrestre en 1970 en el conocido como Mar de las Lluvias. Su vida útil era de tres meses, pero se mantuvo activo once. Durante este tiempo recorrió por control remoto once kilómetros lunares, tomó 20.000 fotografías y realizó más de 500 análisis de suelo lunar.

La misión fue considerada un éxito de tal forma que en 1972 se envió un segundo rover que prolongó aún más la fama de los Lunojod.

Al margen de su indudable éxito científico las misiones soviéticas guardan algunas curiosidades y, cuanto menos, una divertida ‘leyenda urbana’.

La Lunojod 1 fue oficialmente dada de baja en octubre de 1971. Por aquel entonces no existía un mapa preciso de la Luna así que durante muchos años no se llegó a saber con exactitud dónde estaba. Pero tras permanecer muda cuatro décadas fue hallada su ubicación por la sonda de la Nasa Lunar Reconnaissance Orbiter. Y gracias a ello sigue sirviendo a la ciencia. Sabiendo donde está astrónomos han dirigido un láser hacia ella que se refleja en el reflector de la sonda y regresa al punto de origen. Al medir el tiempo que tarda la luz en su trayecto de ida y vuelta se calcula con precisión a qué distancia se encuentra el satélite.

Vendido en una subasta

También existe un dato curioso acerca de la pertenencia del segundo rover. Aunque los dos siguen reposando en la Luna, el Lunojod 2 cambió de manos. Fue comprado en una subasta por el multimillonario Richard Garriott, apodado Lord British, por 65.800 dólares. Para qué la quiere sigue siendo una incógnita. “He comprado el Lunojod 2 a los rusos. Ahora soy el único ser humano que posee una propiedad en un cuerpo celeste diferente de la Tierra”, se jactó en una ocasión Garriott.

Los aparatos fueron objeto de una leyenda urbana entre los ciudadanos soviéticos, que se mostraron incrédulos ante el éxito de su agencia espacial y pensaron que ‘les estaban vendiendo la moto’. Así, comenzó a circular la idea de que en realidad en el minúsculo espacio interior del Lunojod 1 había escondido un enano que era el que conducía el vehículo. Por si fuera poco pertenecía nada menos al KGB y se había presentado voluntario a una misión suicida. Cómo se las arregló para sobrevivir once meses nadie se lo preguntó.

Al margen de curiosidades pese a la gran aportación a la comunidad científica de las Lunojod el ser humano tardó mucho tiempo en enviar al espacio un nuevo rover. Fue el Mars Pathfinder. 26 años después.