fallece a los 51 años

En el Olimpo del cine

James Gandolfini es el único capaz de sostener una comparación con Al Pacino y Robert De Niro en lo que a interpretar capos se refiere

MADRID Actualizado: Guardar
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“Es probable que no lo oigas cuando pasa ¿no?”. Así hablaba de la muerte Bobby Bacala con Tonny Soprano en uno de los diálogos inolvidables de Los Soprano. Es difícil explicar con menos palabras la arbitrariedad e imprevisibilidad de ese momento. James Gandolfini falleció de manera prematura de un infarto a los 51 años en Italia dejando al mundo del cine sin uno de sus mejores actores y huérfanos a los millones de fans y seguidores de una de las series más populares de la historia que revolucionó este género.

El actor disfrutaba de unos días en la capital italiana junto a su actual esposa Deborah, su bebé Liliana, de nueve meses, y su hijo Michael, de 13 años. Fue precisamente éste quien encontró a su padre tirado en el cuarto de baño. Pese a la rapidez con la que llegó la ambulancia, los médicos poco pudieron hacer. Permanecieron reanimándole durante 20 minutos en el hotel Exedra y después en el hospital "las operaciones de reanimación prosiguieron durante 20 minutos y se declaró la muerte a las 23 horas", según fuentes del centro médico.

Decía Unamuno que la inmortalidad solo se logra a través de la ficción y, sin duda, Tony Soprano es el mejor garante del recuerdo perenne de James Gandolfini. Porque 'Los Soprano' no es una serie sobre la mafia -eso es solo un elemento más-, es una película de 86 capítulos sobre las relaciones humanas, las pasiones y emociones que rigen la vida de las personas. Y Tony Soprano es más que un gángster que dirige implacable su negocio, sino un padre de familia cercano, entrañable con sus hijos y preocupado por ellos que se hace querer. Que duda, sufre, teme, ama, llora. Un personaje tan complejo y con tantos registros como una persona de carne y hueso. Gandolfini provoca en el espectador un sentimiento de esquizofrenia donde al mismo tiempo es capaz de admirar y encariñarse con un sociópata que tan pronto te ofrece un abrazo de oso amoroso como te asfixia con sus propias manos. Y en eso radica su grandeza. Amén de unos guiones reconocidos como los mejores de la historia por el sindicato de guionistas de Hollywood.

Gandolfini es el único capaz de sostener una comparación con Al Pacino y Robert De Niro en lo que a interpretar capos se refiere. Pero a diferencia de la elegancia y glamour de los Corleone, Soprano desmitifica la imagen de capo de etiqueta aislado del mundo. Y lo hace con la naturalidad que solo los grandes del cine pueden hacer. Tres premios Emmy y un Globo de Oro reconocieron su labor. Y eso que al principio nada parecía ser así. El propio actor reconoció que no pensaba en ser el escogido para interpretar ese papel porque su corpulencia e incipiente calvicie no le convertían en el prototipo de galán. Sin embargo, “sus ojos tristes” convencieron a David Chase -creador de la serie-. Y sin embargo, parecía que había nacido para llevarlo a cabo y por el que llegó a cobrar un millón de dólares por capítulo. Claro por aquel entonces la serie congregaba a 14 millones de espectadores, una cifra que HBO no ha vuelto a alcanzar.

Con el fin de la serie Gandolfini se dedicó al teatro y a pequeños, pero deliciosos papeles secundarios en la gran pantalla, la última junto a Brat Pitt en 'Mátalos suavemente'. Pero la sombra de Tony era demasiado alargada y surgía en cada entrevista. Y es que Gandolfini está ya en el Olimpo del cine. No hay mejor homenaje que no dejar de creer y volver a ver las calles de Jersey a través de las ventanillas de un coche apestado de olor a puro las veces que sea menester mientras suena de fondo Woke Up This Morning.