A punto de terminar el curso, los escolares se enfrentan a la notas finales. / MujerHoy.com
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Lo que dicen (y ocultan) las malas notas

Detrás de los suspensos suelen llegar los reproches, sin sospechar que los 'cates' pueden ser la punta del iceberg de conflictos no resueltos

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Llega el final de curso y, con él, las notas. Es un momento difícil para algunos estudiantes. Todas las calificaciones son importantes ya que, tanto las buenas como las malas, muestran cómo llevan nuestros hijos su proceso de maduración personal. El hecho de sacar buenas notas no siempre quiere decir que su desarrollo emocional no esconda conflictos personales. El fracaso en los estudios es una situación que preocupa a los padres y hace sufrir a los hijos. A este sufrimiento se añaden los reproches que los padres, incapaces de entender la situación y angustiados por el futuro de sus hijos, les lanzan con frecuencia. Estas recriminaciones se resuelven a veces en llamarles “vagos” o “irresponsables”, porque los padres piensan que no quieren estudiar y, si no son tontos, es que son vagos. Empiezan entonces las presiones: clases, cursos, castigos...

Es agotador para todos. A menudo, el resultado no acompaña al esfuerzo. En estos casos nos encontramos lejos de comprender lo que les pasa a los hijos. Nos hemos quedado en la periferia del conflicto. No se aprende por deber, se aprende por el deseo de saber y este deseo puede estar interceptado por algunas razones psíquicas. Cuando un adulto plantea al niño: “Te quedarás sentado hasta que lo aprendas”, ignora que el saber se adquiere mientras hay deseo de aprender y por tanto no se puede imponer. Sería tan absurdo como imponer a alguien que no se mueva hasta que consiga amar a otro. (Más información en MujerHoy.com)