Miedo al volante

Cuanto más impactante resulte el anuncio mejor llegará el mensaje a su destinatario. Los ingleses han elevado al cubo esta máxima de la publicidad en su última campaña de tráfico contra el consumo de alcohol al volante. En este terreno, ciertamente, era difícil superarse. En los más crudos hasta hemos contemplado con horror a niños saliendo disparados por el parabrisas. Otros en los que no se veía una pizca de sangre eran igual de tremendos. Como aquella mujer que atiende una llamada de teléfono y se le muda la cara al recibir lo que se supone es la noticia de la muerte de un hijo en la carretera. En Reino Unido acaban de apostar por uno de los que impresiona por su truculencia. Un hombre entra al cuarto de baño de un pub inglés. Y mientras se mira en el espejo para acicalarse, el cristal estalla y la cabeza de una joven ensangrentada emerge repentinamente desde el fondo del espejo. El chico se cae del susto. La escena se repite con otros jóvenes e idénticas consecuencias. Una cámara oculta graba sus reacciones de pánico. El estadillo del espejo y la cabeza colgante es el efecto que los conductores vivirían en persona si atropellaran a un peatón por consumir alcohol. Lección aprendida.