SITUACIÓN CRÍTICA

La nueva guerra de Siria

Si se mide de uno a diez el nivel de compromiso de los gobiernos con la rebelión en el país árabe, el español está en un 7% más o menos

MADRID Actualizado: Guardar
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Si se mide de uno a diez el nivel de compromiso de los gobiernos con la rebelión siria, el español está en un 7% más o menos. Es decir, muy elevado, pero moderado en algunos órdenes, más cercano a la línea norteamericana y algunos gobiernos árabes que al activismo de otros europeos, singularmente los de París y Londres.

Esto lo saben de sobra los más o menos ochenta opositores al régimen de Bashar el-Asad reunidos hoy y mañana en Madrid en una conferencia de preparación de una especie de nueva cumbre el fin de semana en Estambul. En los dos casos, los reunidos representan a la CNOFORS (“Coalición Nacional de la Oposición y las Fuerzas Revolucionarias de Siria”), una sigla juiciosamente abreviada en los medios dejarla en “Coalición Nacional”.

Su estrella y jefe de hecho sigue siendo un antiguo, moderado y prestigioso imam de la gran mezquita de los Omeyas en Damasco, Moaz al-Jatib, elegido para el liderazgo tras ser escogido por los grandes patrocinadores árabes de la rebelión, con Qatar en cabeza, pero oficialmente dimitido en marzo. El hecho, curiosamente, no parece haber afectado a sus funciones: no se ha elegido un sucesor y será él quien mañana se reúna con el ministro de Exteriores para examinar la situación y evaluarla en términos del inmediato futuro.

Acentos varios

El gobierno español se acogió a lo que fue inicialmente el comportamiento estándar de los países europeos: una denuncia política del comportamiento del régimen y su durísima represión mezclada con una especie de arrendamiento a los países árabes de lo que debía hacerse. La duración del conflicto cambió las cosas y mudó también el humor de las opiniones públicas y eso permitió gestos más duros: Madrid expulsó al embajador sirio en mayo del año pasado y en noviembre reconoció a la Coalición Nacional como el representante legítimo del pueblo sirio.

Pero este acento, que reúne el reproche moral con la motivación política y toma partido, no pasó nunca al apoyo explícito de enviar equipo militar de envergadura (“letal”) a la rebelión. Más o menos, tal fue la posición asumida por Washington, que no suscribió, en concreto, la decisión inicialmente tomada en Londres de armar sin más miramientos a los insurgentes, dándose un plazo para convencer a más socios que termina con este mes. Si se recuerda que hay reunión de ministros de Exteriores de la UE el lunes próximo en Bruselas se tiene el calendario. Pero, entre tanto, han sucedido otras cosas, y de peso, en el área.

La primera es que el ejército sirio ha cosechado considerables éxitos sobre el terreno, el último aún en vías de terminación – la reconquista de Qussayr, en la frontera con Líbano – y parece disponer de equipo militar, todo de origen ruso o iraní, en cantidad. El frente político interior pro-régimen tampoco se ha fracturado, Moscú, con un Vladimir Putin crecido, renueva su protección diplomática y material y, último, pero no menor, el Hizbollah libanés ha entrado en acción.

¿Una regionalización imparable?

La milicia shií libanesa es, también en el terreno político, la facción más organizada y nutrida en Líbano, y con su aliado iraní y la creciente simpatía del gobierno shií de Bagdad, acosado por una brutal ofensiva terrorista sunní afiliada a al-Qaeda, es una fuerza insoslayable. Hay noticias sobre su activa participación hoy mismo sobre el terreno en Qussayr y parece haber sufrido bajas en el esfuerzo. Si su contribución militar se confirma y crece, estaremos ante otro cambio cualitativo.

La hipótesis temible de una regionalización imparable de la guerra confirmaría el viejo y extendido pronóstico de que la crisis en Siria es específica y en nada se parece al antecedente libio. Washington trabaja desde este criterio y desde el cauteloso pragmatismo ahora administrado por el Secretario de Estado, John Kerry, estima como inseparable de todo arreglo la presencia de Rusia.

Kerry estuvo en Rusia la semana pasada y obtuvo de Putin luz verde para convocar una conferencia internacional en Ginebra en junio en procura de un desenlace político basado en los puntos de arreglo, llamados así, “de Ginebra”, que redactó Kofi Annan tras meses de mediación pronto hará dos años. No hay más asidero disponible pero ni siquiera es seguro que la conferencia pueda reunirse: han empezado los vetos (París ha hecho saber, tal vez equivocándose mucho, que no asistirá si concurre el Irán) pero, ¿vetará alguien al hiperactivo Qatar o a Arabia Saudí?

Siria es una temible bomba de relojería, su guerra es desde ayer, con la entrada en acción de combatientes shiíes, un conflicto regionalizado y la situación crea imágenes indigeribles: por ejemplo, la de ver en el mismo bando, como aliados de hecho, a los radicales islamistas del “Frente al-Nusra” y sus brigadas pro-al Qaeda, los liberales sirios del exilio tradicional y las potencias occidentales y en el bando anti-al Qaeda a la triple alianza Damasco-Hizbollah-Teheran… Un escenario difícil de digerir, pero lógico hasta la extenuación: shiíes contra una organización terrorista que se dice sunní hasta el tuétano y odia a los shiíes y sus primos alauies sirios hasta describirlos como renegados y monos (literal…).