El Olympiacos convierte en pesadilla la venganza del CSKA
El campeón volvió a derrotar al favorito gracias a una gran demostración de esfuerzo defensivo y talento colectivo
MADRID Actualizado: GuardarLa venganza se convirtió en pesadilla. Lo que el CSKA esperaba que fuera la revancha de la pasada final se transformó en una nueva demostración de espíritu de superación y talento colectivo del Olympiakos. Si en 2012 la derrota fue dolorosa por producirse en en último segundo, en esta ocasión fue todavía más dramática por la creciente impotencia que se instaló poco a poco en los jugadores rusos, que vieron cómo los helenos se hicieron dueños del choque hasta alcanzar los 20 puntos de diferencia en el último cuarto.
El gran favorito al título cayó en la semifinal de la 'Final Four' de Londres con contundencia ante el vigente campeón, que demostró tener estudiadísimos los sistemas ofensivos de su rival. Georgios Bartzokas preparó una defensa de ayudas sobre los poderosos interiores moscovitas que sus hombres ejecutaron a la perfección. La excelente actuación coral en la cancha contraria hizo el resto.
En el banquillo rival, Messina no podía creerse lo que estaba viendo. El hombre que había ganado sus ocho semifinales anteriores y que cuenta con cuatro Euroligas sufría una de las derrotas más duras de su larga trayectoria deportiva. Sus poderosas torres caían ante el norteamericano Hines que, con menos de dos metros de altura, frenó al Krstic, el pívot más poderoso del Viejo Continente, ayudado por otro clásico especializado el grandes gestas, el macedonio Pero Antic.
El otro jugador clave del CSKA, el tantas veces decisivo Teodosic, estuvo desaparecido, ausente y errático en la dirección de la otrora engrasada máquinaria rusa y solo acertó con uno de los nueve lanzamientos que intentó.
Los aspirantes entraron en la pista con aplomo, imponiendo su aparente dominio ante un rival absolutamente encendido que, desde el primer minuto, ya hizo evidente que iba a basar su éxito en el trabajo de equipo. Si los moscovitas se apoyaban en Weems y Khryapa, los griegos se dedicaban a repartir la anotación. La primera parte fue un recital de intensidad del campeón, que obligaba a su oponente, con tres jugadores por encima de los 2,10 metros, a abusar del triple con escaso acierto.
Los doce puntos de diferencia suponían una distancia justa pero no decisiva ante la esperada reacción del segundo equipo más galardonado del continente. Pero no llegó. El encomiable esfuerzo del Olympiacos daba su fruto punto a punto y ni la tercera falta de Spanoulis y su obligado paso por el banquillo redujo la diferencia.
El último cuarto resultó esperpéntico para el CSKA, sin un mínimo de esperanza, mientras que los griegos celebraban cada canasta pero seguían apretando los dientes atrás sin compasión. El 69-52 final no fue más que el reflejo de los méritos adquiridos durante los cuarenta minutos por los helenos.