«La madre perfecta no existe»
Diana Guelar, coautora del libro 'Mamás perfectamente imperfectas', nos enseña a dejar a un lado el sentimiento de culpa por no llegar a todo y nos muestra la forma de poder disfrutar del oficio de ser madre
MADRID Actualizado: GuardarNo es cierto que 'madre no hay más que una'. Hay tantas madres como mujeres, porque cada una de ellas es un mundo... y una personalidad distinta. Hay madres que se pasan horas en la cocina y otras que encargan una pizza; hay madres que dedican las 24 horas del día a sus hijos y las hay que trabajan 12 horas fuera de casa; hay madres que abrigan a sus niños para que no se enfríen... y otras que les dejan andar descalzos para que creen sus propias defensas. Hay madre GPS, controladoras, madres perfeccionistas, está la madre amiga, la madre intensa, la 'pasota'... e incluso una mezcla de cada una de ellas. Y ni una es la buena, ni otra es la mala. Porque no hay una sola manera de hacer bien las cosas, sino varias, o incluso muchas.
De esta premisa parte el libro 'Mamás perfectamente imperfectas' (Planeta), escrito al alimón por Diana Guelar y Andrea Jáuregui, dos profesionales con una larga experiencia sobre el terreno en las relaciones entre padres e hijos. Las autoras han querido huir del manual pretencioso lleno de consejos. Su propuesta consiste más bien en la reorientación del papel de la madre en el mundo actual y en la llamada de atención sobre determinados comportamientos poco acertados, además de guiarlas por ese difícil camino llamado adolescencia, donde a veces los progenitores parecen haber perdido el mapa y el rumbo.
"La madre perfecta no existe", dice con rotundidad Guelar. Pero la cuestión es que toda madre aspira a eso. Y como aspira a un imposible, llega la frustración y también la culpa, tal y como relata la autora. ¿Y por qué cargamos sobre nuestras espaldas con este sentimiento de culpabilidad? Esta psicóloga argentina señala que lo va generando la sociedad y los cambios en la cultura. "Vivimos en un mundo que ha puesto unos niveles de exigencia demasiado altos, poniendo unos parámetros ideales que después no pueden cumplirse", indica. El rol de la mujer ha ido cambiando enormemente a lo largo de los siglos y, aunque ahora la mujer salga a trabajar fuera de casa, se le exige que el hogar esté impoluto, que ella esté impecable, los hijos y el marido estupendamente atendidos... y todo ello con una sonrisa en la boca.
El secreto para dejar a un lado la culpa y disfrutar de nuestra faceta de madre es interiorizar que "somos ante todo seres humanos", con nuestras virtudes y también con nuestros defectos, explica Guelar. Por eso, cuando traemos a un hijo al mundo, no podemos aspirar a no ser nerviosas, ansiosas, obsesivas, controladoras, desordenadas... si lo somos. Hay que hacer un ejercicio de pararse y aceptarnos tal y como somos: "En la medida en que nos volvemos más flexibles, todo irá mejor", señala la escritora.
"Trabajar y ser madre es posible si no buscamos la perfección, si buscamos la posibilidad de seguir siendo personas enteras, sin seguir cuestionándonos a cada paso, culpabilizándonos por lo que hacemos y, sobre todo, por lo que no hacemos", sentencia está profesional con largos años de experiencia.
Ya va siendo hora de que las madres empiecen a disfrutar del oficio de ser madres sin ataduras, sin complejos, sin culpas... Hoy, día de la madre, es un buen momento para empezar.