Siria: El factor 'armas químicas'
MADRID Actualizado: GuardarUna cierta –e infrecuente– controversia sobre información oficial norteamericana relevante se tradujo ayer en servicios noticiosos de agencias después de que varios días de filtraciones hicieran saber que Siria había utilizado armas químicas contra la rebelión.
El asunto creció súbitamente cuando el Secretario de Defensa, Chuck Hagel, pareció confirmar ayer el uso, limitado y en pequeña escala, de tales y odiosas armas… tras haber negado solo días antes, y en su visita a Israel, tales alegaciones. A decir verdad, Hagel siempre matizó a la baja y dijo que él no disponía de “la obligada confirmación correspondiente” a cargo de los servicios de inteligencia. La Casa Blanca insistió en la posición acordada sobre la falta de una confirmación suficiente y creíble…
Previamente, el Secretario de Estado, John Kerry había parecido un poco más inclinado a aceptar la versión afirmativa, aunque también se automatizó a la baja. La información había pasado a tener cierta circulación oficial, en realidad, cuando el general Eytan Baron, de los servicios militares de inteligencia israelíes, dio por hecho el martes el recurso del ejército sirio a tales armas, tal vez gas sarín, dijo.
La intoxicación política
El informe israelí, que había sido precedido de notas más sucintas distribuidas por los rebeldes a través, sobre todo, del “Observatorio Sirio de los Derechos Humanos”, con sede en Londres, no fue presentado formalmente como oficial, sino como la constatación de un experto por su cuenta, si vale decirlo así. El objetivo de Israel parece claro: incentivar y animar el tenue, pero apreciable, cambio de criterio de los Estados Unidos, por completo renuente a intervenir a fondo en la guerra.
Damasco ha visto rápidamente el peligro y, sin negar que disponga de armas químicas, ha repetido que nunca las utilizará por boca de su ministro de Información, quien precisó que no lo hará ni contra terroristas (así son denominados oficialmente los opositores armados) ni contra los israelíes, una apreciación políticamente suculenta. Esta contribución oficial siria a la controversia en curso vale por lo que se quiera y es parte del obvio proceso de intoxicación política en curso por los beligerantes.
La Casa Blanca parecía haber zanjado el asunto el martes, con el portavoz presidencial, Jay Carney diciendo que no tiene pruebas concluyentes al respecto, pero no parece haber sido suficiente. El régimen, empeñado en una campaña de convencer a Occidente de que combate a un enemigo común (la milicia yihadista en auge en el bando rebelde) manejará el asunto según sus intereses. Hoy tales intereses le obligan literalmente a no recurrir al gas nervioso. Incluso Moscú, su gran protector diplomático, se lo ha hecho saber en público.