ESCÁNDALO EN LA SINCRONIZADA ESPAÑOLA

Anna Tarrés: «No me meto en una piscina desde el año 86»

La exseleccionadora nacional de natación sincronizada habla de su fulminante despido y la carta en la que 15 nadadoras denunciaban sus métodos en 'Cuando ser la mejor no es suficiente'

MADRID Actualizado: Guardar
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Anna Tarrés llegó a la natación sincronizada por casualidad y la abandonó tras el Mundial de 1986. Esa fue la última vez que se metió en una piscina para nadar. Ahora prefiere hacerlo en el mar. Durante años trabajó con el equipo español de esta disciplina y llegó a encumbrarla como referente mundial con esfuerzo y disciplina. Sin embargo, el nombre de la exseleccionadora nacional salió a la palestra tras su fulminante despido. La polémica comenzó en septiembre de 2012, cuando Tarrés fue cesada sin previo aviso mediante una llamada telefónica. Apenas tres semanas después, 15 nadadoras denunciaron sus métodos a los medios de comunicación a través de una carta en la que aseguraban haber recibido comentarios como "trágate tus vómitos", "vete al psicólogo, gorda" o "te has follado todo lo que se mueve". Ahora Tarrés, que ha fichado como jurado del programa de televisión de saltos de famosos 'Splash', publica un libro, 'Cuando ser la mejor no es suficiente', su respuesta a uno de los mayores escándalos deportivos de los últimos años.

- Habla de una 'guerra de despachos' en torno a su despido, pero cuesta imaginar algo así en un deporte de élite en cuya gestión obtuvo grandes resultados

Cuando me comunicaron mi cese, hablaron de un nuevo rumbo deportivo y una nueva política deportiva. Pero yo era perro viejo, tenía mucha más experiencia que el propio presidente de la Federación Española, había aprendido a sobrevivir y a ser productiva y emprendedora en este mundo tan difícil del deporte de alto nivel y además minoritario y femenino. Cuando una sabe moverse fácilmente y aprende a solucionar los problemas, no está de acuerdo con las decisiones que no atienden a políticas estrictamente deportivas e intenta luchar por ellas. Eso a veces lo pagamos caro.

- ¿Qué es para usted la exigencia?

Es una manera de ser y la manera en la que he entendido el deporte de alto rendimiento, que supone una consecución de objetivos y trabajar para ganar. La única manera de ganar es la cultura del esfuerzo, de la disciplina, de buscar nuestro propio umbral, nuestros propios límites. Una autoexigencia y una exigencia para los demás en esa búsqueda de la excelencia.

- Las nadadoras reflejaron en su carta frases muy duras atribuidas a usted, ¿sigue defendiendo que se sacaron de contexto?

Si tienes en cuenta que la carta sale del ordenador del consuegro del presidente y que tres de las firmantes son nueras del presidente, pues doy por sentado que ha sido todo una trama organizada. Las formas siempre han existido y el nuestro ha sido siempre un entreno al aire libre, público, todo el mundo estaba invitado a verlo. Venían los padres de las deportistas, los psicólogos y gente que ha contribuido al desarrollo deportivo de las nadadoras. El estilo estaba allí, era público y ahora de golpe y porrazo esto se hace más público con frases hechas sacadas de contexto, criminalizando el trabajo que tanto esfuerzo ha supuesto para tanta gente, sobre todo en los inicios. Solo se puede entender desde la perspectiva del rencor y del fracaso y de la no aceptación de una realidad por parte de una serie de nadadoras.

- Insisten en que recibieron un trato vejatorio.

Yo no he insultado absolutamente a nadie, lo nuestro era una relación basada en la confianza, una relación familiar donde los pocos que hemos estado en la sincronizada nos hemos cuidado al máximo. En esta relación hay momentos buenos y menos buenos, momentos de crecimiento personal. La gente llega al CAR (Centro de Alto Rendimiento) con 16 o 17 años, en plena adolescencia. Es una época vital donde la vida se te aparece como un gran tesoro y quieres abarcarlo absolutamente todo; lo único se ha hecho es poner límites, exigir respeto, perfección y un trabajo digno para lo que se ofrecía a cambio.

- ¿En qué punto está ahora mismo su relación con Gemma Mengual?

Acepto la realidad. Hemos tenido una relación fantástica, hemos crecido juntas como personas, como deportistas y como madres y llega un momento en el que la historia de cada una toma un rumbo distinto. Hay que aceptarlo y felicitarla por todos los éxitos conseguidos juntas y por esta nueva etapa que va a emprender como coreógrafa del equipo técnico del equipo español.

- ¿Cuál es el precio a pagar por ser deportista de élite?

Estar en la élite supone quizás la renuncia a una vida ordenada, porque hay que salir a competir y hay que entrenar. No se puede llegar absolutamente a todo si uno no está convencido de que lo que quiere dar es su máximo para y por el deporte

- ¿Es obligatorio elegir entre ser madre y una carrera como deportista en la élite?

Lo que es obligatorio es trabajar en equipo. No hablamos de un deporte individual si no de un deporte de equipo con unas normas que seguir y un respeto que hay que tener hacia el resto de las compañeras.

- Aunque su nombre saliera a la palestra por la polémica, son muchos los hitos logrados en la sincronizada baja su gestión, ¿cuáles recuerda con mayor cariño?

De las que más me acuerdo son de las primeras medallas, esa lucha constante por llegar allí. En el año 94 llegó la primera medalla junior de Gemma Mengual en el Campeonato de Europa de Moscú. En el 2000 las primeras medallas europeas absolutas; en 2001 la primera medalla mundial del dúo de las hermanas Fuentes y en 2003 las primeras medallas mundiales en el campeonato del mundo en Barcelona. También el 10 con la coreografía de Dalí en 2005; las primeras medallas olímpicas en 2008 y el cambio que supuso la coreografía con África, mucho más plástica, orgánica y que supuso una revolución en la sincro mundial. También la primera medalla absoluta de Gemma en 2008, la primera medalla de oro en el Mundial de Roma en 2009 y las dos medallas de Londres con un cambio generacional en el equipo que tuvo la responsabilidad de seguir manteniendo los objetivos. Conseguir mantenerse en la élite hace que cada éxito se saboree mucho más.