A vueltas con Siria
La cuestión clave de la entrega de armas a los rebeldes se queda para la sesión de finales de mayo en Londres entre el primer ministro británico y francés
Actualizado: GuardarMientras, uniéndose a una estimación muy extendida, el ministro español de Asuntos Exteriores, decía ayer en Jordania que el punto muerto sobre el terreno tras dos años de guerra indica que "no hay solución militar para el conflicto” (…) y debe procurarse “una solución negociada e inclusiva”, los líderes rebeldes reunidos en Estambul con once países del llamado “Grupo de Amigos de Siria” mostraban su decepción por la timidez occidental a la hora de incrementar su asistencia militar.
El Sr. García Margallo es ministro de un gobierno que es, técnicamente, “amigo de Siria”, una afiliación que provee automáticamente un certificado de simpatía con la rebelión, pero que es compatible con la retención con que muchos otros, incluidos algunos de países muy relevantes, ven la situación allí y se muestran muy circunspectos ante los llamamientos de algunos en pro de una intervención abierta e intensa en el conflicto.
La reunión de Estambul tenía el interés principal de la presencia del Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, a quien se tiene por adepto a la escuela pragmática tradicional, poco ideologizada y que trabaja en el largo plazo. Este trajo la noticia de que su gobierno añadía 123 millones de dólares en nueva ayuda a los insurgentes. Tal asistencia será en equipo “no letal” y, claro está, no cuenta el esfuerzo secreto, pero identificado con claridad por medios norteamericanos, en áreas del entorno, sobre todo Turquía y Jordania, donde hay programas de formación militar de rebeldes y equipos de la CIA.
Las reticencias políticas
La ausencia de entusiasmo de Washington, muy sobrepasado en este registro por algunos de sus socios, sobre todo Gran Bretaña entre los europeos y Qatar y Arabia Saudí entre los árabes, es de orden político y diplomático. En el primero, exige garantías completas, y no las tiene a día de hoy, de que sus armas no caerán en manos de las brigadas yihadistas que crecen sin pausa en Siria y son las más eficaces contra las fuerzas del régimen. En el segundo, sabe que el dúo Moscú-Pekín parece dispuesto, tras el precedente libio, a vetar toda posibilidad en el Consejo de Seguridad, lo que haría ilegal una eventual intervención, otro Iraq, si vale decirlo así.
Eso hace difícil de atender lo que pidió ayer de nuevo la Coalición Nacional: ataques aéreos con aviones no tripulados (drones), una zona de exclusión aérea y una resolución ad hoc del Consejo de Seguridad. O sea, un imposible hoy por hoy, lo que hace inevitable que la solidaridad con la resistencia se limite a acciones abiertas, como las anunciadas en Estambul o encubiertas, como las que se llevan ciertamente a cabo.
La reunión, en fin, sirvió también para confirmar que el formalmente dimitido jefe de la Coalición Nacional, un respetado y moderado clérigo sirio musulmán, Ahmad Muaz al-Jatib, sigue en el cargo mal que bien, sin duda a petición de sus patrocinadores, qataríes y saudíes sobre todo. Y confirmó el pronóstico de que la cuestión clave de la entrega abierta, aunque selectiva, de armas a los rebeldes se queda para la sesión prevista a finales de mayo en Londres que preparan activamente los ministros británico, William Hague, y francés, Laurent Fabius, ambos, sobre todo el primero, muy beligerantes sobre el particular.