Momento en el que un desconocido se abalanza sobre Maduro. / Reuters
UNA NUEVA ERA SIN CHÁVEZ

Maduro asume la presidencia de Venezuela

Junto a un enorme retrato de Chávez, ha jurado "por la memoria eterna del comandante"

CARACAS Actualizado: Guardar
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Nicolás Maduro ha asumido la presidencia de Venezuela en nombre del fallecido líder Hugo Chávez, una vez aplacada la grave crisis política que desató el rechazo de la oposición a su ajustada victoria electoral.

Junto a un enorme retrato del fallecido presidente, Maduro, de traje oscuro y corbata roja, ha jurado ante la Asamblea Nacional para gobernar por seis años y ha recibido la banda presidencial de manos de una de las hijas de Chávez, María Gabriela. "Lo juro por el pueblo de Venezuela, lo juro por la memoria eterna del comandante supremo que cumpliré y haré cumplir esta Constitución", ha dicho Maduro, con la Carta Magna en la mano izquierda.

Maduro, un exconductor de autobús y exsindicalista de 50 años que llegó a ser canciller y vicepresidente, ganó por apenas 1,8 puntos porcentuales las elecciones del pasado domingo, ante lo que el opositor Henrique Capriles desconoció los resultados y se desató una tormenta política.

El delfín de Chávez ha tomado posesión mientras opositores realizaban un cacerolazo en Caracas, aunque en clima más relajado después de que el órgano electoral aceptara la noche del jueves ampliar al 100% la auditoría de las urnas, lo que ha dejado por ahora satisfecha a la oposición.

Una veintena de gobernantes han asistido a la ceremonia de investidura, entre ellos los presidentes Raúl Castro (Cuba), Dilma Rousseff (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina) y Mahmud Ahmadinejad (Irán). Miles de seguidores del Gobierno, vestidos de rojo -color emblemático del chavismo-, festejaban afuera de la Asamblea: "¡Chávez vive, la lucha sigue!", gritaba la multitud. "Es el legado del presidente, apoyarlo a él es apoyar al 'Comandante supremo'. Maduro es la continuidad del proceso revolucionario de Venezuela", ha declarado José Rendó, un electricista de 38 años que llegó desde el estado de Anzoátegui (este).

Mano tendida a la oposición

Durante su discurso, Maduro ha dicho estar dispuesto a dialogar con Capriles para que "cese en su odio", y con quienes votaron en su contra en las elecciones del pasado día 14. Ha llamado, no obstante, "nuevo Carmona" al líder opositor, en alusión a Pedro Carmona, efímero presidente autoproclamado durante el fallido golpe de Estado de 2002, y le ha acusado de intolerancia contra el pueblo venezolano y latinoamericano. "Estoy dispuesto a conversar hasta con el diablo, que Dios me perdone, hasta con el nuevo Carmona si es necesario para que cese en su odio contra mí, contra el pueblo, para que cese en su intolerancia", ha afirmado Maduro.

El nuevo presidente, de 50 años, ha tendido también la mano a quienes votaron en su contra en las elecciones del domingo, y ha asegurado que quiere mantener un diálogo directamente con esa parte de la población. "Las elecciones pasaron, hay saldos dramáticos de la violencia. Yo a ustedes los llamo, a todo el pueblo, a los hombres y mujeres que por alguna razón votaron contra el candidato de la patria y contra este proyecto de democracia y de socialismo", ha añadido en alusión a su propuesta política. "Yo les tiendo la mano, yo quiero trabajar con ustedes", ha indicado Maduro en un discurso plagado de acusaciones a "una parte" de la oposición a la que ha tildado de xenofobia, de racismo y de golpismo. "Nosotros garantizamos la paz de este país ya lo dijimos", ha recalcado.

Maduro también se ha dirigido a los partidos de la oposición para mantener un diálogo llamándoles al "cese el sabotaje eléctrico" y de la vida social, y a que "cese el llamado a la sedición". "Basta de división, de intolerancia, de odio", ha exclamado. Ha indicado que nunca aspiró a ser presidente y que está en el cargo por "una circunstancia histórica". "Yo sé lo que voy a hacer, tengo con qué, fui formado por el comandante Hugo Chávez para asumir responsabilidades, con honestidad, con sencillez, responsabilidades complejas (...) junto al pueblo y con el pueblo", ha sostenido.

Respaldo de Unasur

El heredero de Chávez ha sido investido tras llegar a Caracas en la madrugada desde Lima, donde recibió el apoyo de los mandatarios miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Pese a los cuestionamientos de la oposición, toda Latinoamérica, excepto Paraguay, ha avalado su victoria, mientras que, sin reconocer el resultado de la elección, Estados Unidos apoya un recuento de votos, aunque ha abogado por que no se "cierren las puertas" entre ambos países.

Tras una semana de alta tensión, con brotes de violencia que esta semana dejaron ocho muertos, el Consejo Nacional Electoral (CNE), que por ley verificó el 54% de las urnas el día de la elección, decidió que realizará una auditoría sobre el 46% restante, pero en base a una muestra, lo que implicará una apertura de dos tercios de las cajas que contienen las papeletas.

Aunque no implica el recuento total "voto a voto" como reclamaba, Capriles, gobernador del estado de Miranda (norte) de 40 años, ha aplaudido la decisión del CNE y ha convocado a sus seguidores a hacer sonar música salsa, en lugar de realizar cacerolazos como en los últimos cuatro días. "Vienen tiempos buenos, pronto", ha escrito en su cuenta de Twitter. "¡Vamos Venezuela, la lucha sigue por la verdad!", ha declarado el líder opositor, que perdió por once puntos ante Chávez en las elecciones de octubre pasado y ante Maduro logró captar el voto de cientos de miles de chavistas. Capriles nunca ha hablado de fraude, sino de irregularidades en unos 3.200 casos. De encontrarse anomalías de peso en la auditoría, que tardará 30 días, puede optar por impugnar la elección ante el Tribunal Supremo de Justicia.

"Ha pasado la tensión, en un primer round que gana la oposición porque la oposición ha logrado presionar al Gobierno a una auditoría que no tenía prevista, aunque al mismo tiempo el Gobierno ha ganado legitimidad", ha declarado el analista Luis Vicente León. La auditoría, que no es incompatible con la toma de posesión, ha sido respaldada por la Organización de Estados Americanos (OEA), por considerar que propicia la "concordia y tranquilidad".

Retos

Autoproclamado "hijo" y "apóstol" del hombre fuerte que gobernó Venezuela durante catorce años, Maduro, afronta el reto de llenar el vacío que dejó el líder, cuya revolución socialista partió políticamente en dos al país, ya de por sí dividido entre ricos y pobres. "Voy a ser el primer presidente chavista de la historia", afirma el mandatario electo, casado con Cilia Flores, un peso pesado del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), creado por Chávez.

Sin el carisma de Chávez y ante una oposición fortalecida -en su mejor momento de los últimos catorce años-, Maduro tiene como tarea urgente enderezar la economía, dependiente de la renta petrolera y las importaciones, afectada por la inflación, la escasez y la falta de divisas; así como también atacar la criminalidad, que hizo de Venezuela el país sudamericano con récord de homicidios -54 por cada 100.000 habitantes-.

Maduro, a quien Chávez nombró su heredero político tres meses antes de morir de cáncer el 5 de marzo, promete mantener los programas sociales de su mentor en favor de los más pobres -casi un 30% de los 29 millones de venezolanos-, costeados con los ingresos del petroleo de este país con las mayores reservas del mundo. Pero además enfrentará el reto de asegurar la lealtad de las Fuerzas Armadas, claves para la estabilidad del poder y donde tendrá que lidiar con divisiones políticas e ideológicas, según los analistas. Como muestra de respaldo, tras la ceremonia de investidura cerrará con un desfile cívico-militar.