Los ricos de Putin
Los magnates rusos con ambiciones políticas como Borís Berezovski, hallado muerto en Londres, lo han pagado con el exilio e incluso con su vida. Los que aceptan las reglas del presidente siguen engordando sus fortunas
MOSCÚ Actualizado: GuardarLa privatización de la propiedad estatal organizada en Rusia durante la década de los noventa convirtió a la élite comunista en capitalista. El politólogo Andréi Piontkovski recuerda que a Vladímir Putin se le encomendó en 1999 la misión de «legalizar» las fortunas acumuladas hasta ese momento, además de establecer unas reglas de juego definitivas para impedir, a partir de ese instante, el «vale todo» para enriquecerse.
Bautizada como 'sucesor-1', la idea de confiar a Putin aquella transición partió del magnate Borís Berezovski, hallado muerto en su residencia de las afueras de Londres el 23 de marzo. Pero, una vez en el Kremlin, el presidente cambió de idea, rompió el pacto e impuso sus propios métodos. Se acabó eso de que los más pudientes utilizaran su dinero para influir en la política.
Los que se opusieron a Putin, como el propio Berezovski, acabaron en el exilio o en la cárcel, como el antiguo patrón de la petrolera Yukos, Mijaíl Jodorkovski, otrora el empresario más rico del país, que ahora cumple una pena de 14 años por robo y blanqueo de capitales. Pero los que aceptaron las nuevas condiciones -la mayoría con un pasado turbio-, pudieron seguir haciendo negocios y por lo general con éxito. Petróleo, gas, minerales y holdings industriales son palabras que se repiten en sus currículums.
La revista 'Forbes' ha vuelto a difundir este año una lista de multimillonarios rusos encabezada por Alisher Usmánov, a quien atribuye una fortuna de 17.600 millones de dólares. Es el principal propietario del consorcio minero-metalúrgico Metalloinvest, dueño de la operadora de telefonía móvil Megafon, posee el 30% de las acciones del Arsenal de Londres -sigue los pasos de su compatriota Roman Abramovich , dueño del rival Chelsea- y controla totalmente el diario ruso 'Kommersant', publicación moderadamente crítica con el poder. También es presidente de la Federación Internacional de Esgrima. En 1980 fue detenido y estuvo 6 años en la cárcel, condenado por fraude, malversación y extorsión. La sentencia fue anulada en el año 2000 por el Tribunal Supremo de Uzbekistán, que declaró a Usmánov inocente de los delitos que le habían llevado hasta prisión, por lo que actualmente carece de antecedentes penales.
El segundo es Mijaíl Fridman con 16.500 millones de dólares. También involucrado en un escándalo de privatizaciones de edificios de la Administración, preside el Grupo Alpha y posee participaciones de la petrolera TNK-BP, de la red de teléfonos móviles Vimpelkom y de otras muchas empresas. Acaba de volver de Israel, donde ha participado en la «travesía del desierto» con motivo de la Pascua (Pésaj), que conmemora precisamente la huida del pueblo judío de Egipto.
Los activos de Leonid Míjelson alcanzan la cifra de 15.400 millones de dólares. Posee el paquete de control de las acciones de la compañía de gas Novatek y adquirió en 2011, junto con Guennadi Tímchenko, amigo personal de Putin, el holding petroquímico Sibur. Un ejemplo de los réditos que da la amistad del poder. Aunque de esto sabe más Víctor Vékselberg, que ha asciende cuatro puestos en el ranking de 'Forbes' con respecto al año pasado con un patrimonio de 15.100 millones de dólares. Ganó sus primeros rublos elaborando programas informáticos por encargo. Es el creador del grupo de inversiones Renova, registrado en las Islas Bahamas -no en Chipre, paraíso que han usado hasta ahora muchos de sus colegas-, y detenta acciones de Rusal (el gigante del aluminio) y el consorcio suizo Sulzer. Hace tres años, el entonces presidente, Dmitri Medvédev, le puso al frente del plan para la creación de un centro de altas tecnologías en Skólkovo, en las afueras de Moscú.
Vaguit Alekpérov ocupa este año el quinto puesto con un patrimonio de 14.800 millones de dólares. Es propietario del 21% de las acciones de la petrolera Lukoil y protagonizó en 2008 un intento fallido de hacerse con el 30% de Repsol. Llegó a ser viceministro de Petróleo y Gas de la Unión Soviética. Fue acusado en dos ocasiones de evasión fiscal, pero logró evitar la cárcel. No hay que olvidar que colaboró con Putin en la labor de silenciar a los medios de comunicación. Lo hizo adquiriendo los periódicos y canales de televisión que Berezovski dejó tras huir al Reino Unido y poniéndolos al servicio del Kremlin.
Andréi Melnichenko, cuya fortuna en 2010 era de 4.400 millones de dólares, hoy tiene ya 14.400. Es presidente de los consejos de administración de la extractora de carbón siberiana SUEK, de la productora de fertilizantes minerales EuroChem, con base en Chipre, y del grupo colector de chatarra industrial SGK. Fue el fundador del banco MDM, del que nacieron los demás negocios y que dejó en manos de un antiguo socio. Se compró hace poco un yate con un diseño que recuerda el casco de un submarino. Le costó, según 'The Wall Street Journal', 300 millones de dólares.
Vladímir Potanin, sin embargo, ha visto menguar su fortuna hasta los 14.300 millones de dólares. Es patrón del grupo de inversiones Interros y de Norilski Nikel, el mayor exportador mundial de níquel. Por el control de esta última compañía está enfrentado al magnate Oleg Deripaska. Actualmente es uno de los mayores inversores en las infraestructuras para la Olimpiada de Invierno Sochi-2014 y se ha unido al grupo de filántropos norteamericanos de la iniciativa The Giving Pledge para promover ayudas y obras de carácter benéfico.
En 2010, Gennadi Tímchenko tenía 'solo' 1.900 millones de dólares y ahora la suma se eleva a 14.100. Es el mejor ejemplo del nexo existente en Rusia entre política y dinero. Es amigo íntimo de Putin y ambos sostienen que tal circunstancia no revierte en ningún beneficio pecuniario, pero lo cierto es que Tímchenko se forró exportando con Gunvor, su principal empresa, el petróleo que le fue expropiado a Jodorkovski. Según algunas publicaciones, el presidente ruso ha obtenido a cambio refugio para sus abultados ahorros en las cuentas suizas del entramado de Tímchenko. Éste, además, da trabajo en el consejo de administración de Stroitransgaz, otro de sus negocios, a Jorrit Faassen, al parecer, novio de María Putin, una de las hijas del presidente.
Vladímir Lisin tiene la misma cantidad de dinero que Tímchenko (14.100 millones de dólares) y una colección de rifles sin igual. Atesora la mayoría de las acciones de la factoría metalúrgica Novolípetsk y de numerosas fundiciones de aluminio. También es dueño de la empresa Universal Cargo Logistics Holding, que controla varios puertos marítimos rusos, entre ellos el de San Petersburgo. Está en conversaciones para comprar el equipo de fútbol moscovita Lokomotiv. Le consideran el potentado ruso menos intrigante y el más alejado del Kremlin y la política.
Mijaíl Prójorov llegó a tener una fortuna de 22.600 millones de dólares en 2008. Ahora conserva solamente 13.000 millones. Mide más de dos metros, practica diversos deportes, entre ellos kick-boxing, y asegura que entrena cada día por lo menos dos horas. Fue accionista de Interros y Norilski Nikel. Ahora dirige el fondo de inversiones Onexim y es dueño del equipo de basket estadounidense de la NBA New Jersey Nets. Es el único al que Putin le ha dejado meterse en política y lidera el partido Plataforma Civil. Quedó en tercer lugar en las presidenciales del año pasado con casi el 8% de los votos, por detrás de Putin (63,6%) y del comunista Guennadi Ziugánov (17%). El Kremlin le ha propuesto varias veces entrar en el Gobierno, pero él no quiere.
La prensa rusa calcula en unos siete millones el número ciudadanos acaudalados, en un país con una población de 142 millones de habitantes. Los célebres Román Abramóvich y Oleg Derispaska, que llegaron en su día a ser los más ricos, han caido en picado, aunque no sea para dar pena. De todas formas, hay algo que les une: con el paso de los años, todos estos multimillonarios, antaño conocidos por alardear de su mal gusto, se han vuelto algo más discretos, menos ostentosos y apenas se dejan ver en público.