Una factura con dirección peculiar (destacadas en rojo). / RC
MUNDO GUERRERO

A cien metros al norte del higuerón

Las direcciones postales en Costa Rica son un galimatías que obliga a los carteros a buscar los destinos como si fueran el mapa de un tesoro

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

‘Del árbol de cedro, 500 metros para arriba, casa con baranda de madera, pintada de azul’. Esta es fácil. ‘Del bar La Ultima Copa, 200 metros sur y 50 oeste, casa o edificio azul, a mano izquierda, con puertas de metal’. Y esta también. Pero la cosa se puede complicar terriblemente hasta volver majara al cartero más avezado de Costa Rica.

En el pequeño país centroamericano (sus cuatro millones y medio de habitantes se reparten en una superficie similar a la mitad de Andalucía) mantienen desde tiempo inmemorial un estrafalario sistema de direcciones basado en puntos de referencia. Un cementerio, un cartel de Coca Cola, una estatua, una pulpería, una casa particular grande y rosada, un coche varado a perpetuidad en un cruce de caminos, un arroyo sin agua, un árbol… hasta las personas despojadas de nombres y apellidos se suelen convertir en parte de las direcciones postales. Aunque suene a realismo mágico, en el principal edificio de correos de San José, la capital costarricense, recibieron un día una carta dirigida ‘al señor que a veces está afuera de la oficina postal’. Y le llegó.

A veces más detectives que carteros, los profesionales del servicio postal de Costa Rica están acostumbrados a leer los destinos de la correspondencia como si fueran mapas del tesoro. El geocaching se queda en un juego de niños cuando la dirección de un comercio aparece como ‘cruzando desde el edificio de cristal, 300 metros norte y 250 metros sur’.

Por muy alambicado que resulte buscar un árbol grande junto a una iglesia, caminar doscientos metros al norte, cruzar una gasolinera, y torcer al este otros cien metros, los ticos (como coloquialmente son conocidos los costarricenses) tienen tan asimilado su sistema que lo han extendido, al parecer sin inconvenientes, para guiar a los taxis, las furgonetas de reparto, e incluso las ambulancias y la policía. Que lleguen a tiempo no depende de la velocidad sino de la pericia del conductor en interpretar sin liarse las coordenadas recibidas.

El famoso higuerón

Algo tan aparentemente lógico y sencillo como rotular con nombres las calles o dotarlas de numeración ayudaría a poner orden en este guirigay de direcciones que ya ha obligado a intervenir al Gobierno a instancias de la Unión Postal Universal y de las propias autoridades postales de Costa Rica. No ya por la salud mental de sus carteros, habituados a un sistema más folclórico que racional, sino porque una de cada cinco cartas, o sufre retrasos o nunca llega a su destino. “Esto se ha hecho así toda la vida; nosotros nos entendemos así y los carteros se manejan bastante bien, pero necesitamos dotarnos de rótulos con el número o el nombre de la calle, y en ello estamos”, cuenta Liliana Sevilla, ministra consejera de la Embajada de Costa Rica en España y responsable del Área Política, Prensa, Turismo y Administrativo.

Algunas calles del centro de San José (no así de la periferia, ni mucho menos de las zonas rurales) ya cuentan con su propia nomenclatura y su correspondiente señalización. “Pero te puedo asegurar, que son solo adornos; no creo que nadie las utilice para dar direcciones, a no ser que seas una persona que hayas vivido en el extranjero y sepas realmente cómo deben de ser las direcciones postales”, detalla desde San José Jorge Sancho, periodista de ‘La Prensa Libre’, decano de los diarios costarricenses.

El peculiar sistema de direcciones parece fijado al ADN de los ticos hasta el punto de que hay ciudades donde no se entendería hacerlo de otro modo. En el centro de San Pedro de Montes de Oca, al este de la capital, se levantaba hasta hace cosa de 15 años un higuerón. Ese árbol grande y corpulento servía como punto de referencia para indicar todos los caminos. Cualquier dirección comenzaba ‘Del higuerón, cien metros norte luego 200 este, frente a la zapatería, la casa roja’. Pero el higuerón, de tan viejo, murió y fue derribado con lo que las direcciones pasaron a ser ‘Del antiguo Higuerón’. “Al poco tiempo plantaron uno nuevo, con lo que ahora las direcciones parten ‘Del nuevo higuerón’, pero siempre con el mismo punto de referencia hacia arriba o para abajo”, explica divertida Liliana Sevilla.

Eso sí, para un extranjero llegar hasta el famoso higuerón puede resultar cómico. Por favor, ¿cómo puedo encontrar el higuerón? Pues está en el centro de la ciudad. ¿Y el centro de la ciudad? ¡Pues donde el higuerón!