Líbano: un ataque de sentido común
El país debe evitar a todo trance verse arrastrado a la terrible guerra civil en la vecina Siria
MADRID Actualizado: GuardarComo si partidos, jefes, clanes, periódicos y público en general estuvieran de acuerdo en que Líbano debe evitar a todo trance verse arrastrado a la terrible guerra civil en la vecina Siria, la clase política, entre la indiferencia general entre nosotros, ha hecho el prodigio de aceptar a Tamman Salam como nuevo primer ministro y le pide que forme un gobierno de unidad nacional y concordia.
Su elección por el presidente de la República, Michel Sliman, fue aceptada en el parlamento por nada menos que 124 de 128 diputados, algo sin precedentes y que sugiere que el interés nacional bien entendido es, sobre cualquier otra consideración, evitar que la guerra llegue y se instale en un país dividido casi a partes iguales entre pro y anti-sirios y en dos coaliciones hostiles, los llamados 'Movimientos 14 de Marzo' (sunníes y pro-occidentales) y 'Ocho de Marzo' (Hizbollah y sus aliados, shiíes).
Salam, un sexagenario musulmán sunní (como es indispensable para ser primer ministro, mientras el jefe del Estado ha de ser cristiano y el presidente del parlamento un shií) procede de una de las familias tradicionales del campo conservador-liberal, que ha dado innumerables líderes políticos al país (el último de los grandes Rafic Hariri, asesinado en 2005) cada día más vinculado a Arabia Saudí.
La longa manus de Ryad
Por si había alguna duda, el hombre que fabricó el milagro, el líder druso Walid Jumblatt (quien con su puñado de votos hace posible que uno u otro campo lleguen a los 61 escaños de la mayoría absoluta) dijo con toda naturalidad que había decidido su conducta tras efectuar consultas con el príncipe Bandar bin Sultán, jefe de los poderosos servicios saudíes de Inteligencia y sobrino del rey Abdalá.
De hecho, la prensa libanesa está llena de artículos que ven en la operación la larga mano saudí y, tácitamente, aceptan una de las realidades que hacen del Líbano y su mundo político un país excepcional: todo el mundo representa a algún factor exterior y se acepta que las influencias de Siria, Arabia Saudí, Irán y Qatar son insoslayables. En este notable y mediatizado escenario llama la atención la unanimidad con que se ha recibido la 'operación Salam'.
Esto tiene una de explicación bastante clara: Tamman Salam será todo lo pro-saudí que quiera, pero no más que Rafic Hariri o su hijo y sucesor Saad, que vive más tiempo en París y en Ryad que en Beirut. Y no pasa nada extraordinario. Educado en Gran Bretaña, acomodado y siempre percibido como un moderado en el campo conservador sunní cae bien a casi todo el mundo, incluido el patriarca maronita, cardenal Bichara Butros Rai y es aceptable incluso para el Hizbollah, un partido-milicia shií históricamente pro-sirio y hoy en estrecha relación con Irán que, a su vez, apoya a Damasco y envía armas a Siria.
Cómo evitar la tragedia
Los argumentos anotados traducen en sus protagonistas el hecho común y central: evitar a cualquier precio la exportación de la guerra civil en Siria a suelo libanés. La razón es clara: nadie la ganaría con claridad y las dos fuerzas armadas en presencia (el ejército regular y la rama militar del Hezbollah) estarían obligadas a tomar todo el protagonismo de un proceso que podría ser algo así como el fin del Líbano que conocemos.
El presidente Sliman, un general cristiano, ha jugado un papel central en lo que sucede. Cristiano moderado y político templado parece tener el mérito principal en la recuperación de Salam quien parece reducir su programa a lo que un colega libanés llamaba el lunes en 'L´Orient-Le Jour' a la política del distanciamiento (respecto a la tragedia siria).
Salam necesitará varios meses para hacer todo eso: semanas para encontrar ministros aceptables para todos y que no se presenten en las legislativas, nombrar a un nuevo y aceptado jefe de los poderosos servicios de seguridad interior, con el saliente en plena tormenta política y, sobre todo, para aprobar una nueva ley electoral que sustituya a la inútil y vigente, de 1960… lo que significa que la prevista elección legislativa será aplazada por lo menos seis meses.
Pero lo será con la aprobación de todos los actores del drama, volcados sensatamente en evitar que una guerra tan atroz como la de Siria les llegue sin remedio. Esto es, en Líbano, un ataque de sentido común…