Jesús Franco: «Mis recuerdos caben en una maleta»
El Museo de Bellas Artes de Bilbao dedica un ciclo al realizador más prolífico e ignorado del cine español
BILBAO Actualizado: GuardarNacido en una familia de la alta burguesía madrileña hace 76 años, Jesús Franco disfrutó la bohemia antes de viajar a París arrebatado por el jazz y los aires de libertad. Fue ayudante de Bardem, Berlanga y Orson Welles, y padeció una censura que le obligó a errar por el extranjero. Camuflado tras inverosímiles seudónimos, ha dirigido más de doscientas películas apasionadas e inclasificables en torno al terror y el erotismo.
El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha inscrito a Franco en su sección de 'Clásicos Cinematográficos' y dedica un ciclo a un director que siempre ha recibido los homenajes fuera de España. Acompañado de su inseparable Lina Romay, actriz y musa erótica de su cine, el 'tío Jess' presentará hoy en el auditorio del Museo un mediometraje sobre Pío Baroja de 1958 (19 horas. Entrada gratuita).
-¿Cuántas películas ha hecho?
-Entre 208 y 210. La última está todavía en montaje. Se titula 'Una para todas, todas para una', por las tres mosqueteras de Alejandro Dumas. Es una comedia divertida.
-¿Distingue entre la vida y el cine?
-Para mí el cine es la vida. No un modo de vida, sino un pedazo mío. Jean Renoir decía que el cine es una cuestión de amor. Una película es redonda cuando no se queda en una historia vista desde fuera, sino cuando el director se implica y cuenta sus esperanzas y fracasos. El cine y Lina son lo más importante de mi vida.
-Minusvalora el 'gore' y el cine porno.
-Mi breve incursión en el porno fue castradora, lamentable. En el cine hay que ser sincero, y es difícil serlo si cuentas gilipolleces a través de los ojos de mercachifles ignorantes. Hoy no encuentro erotismo: o se hace pornografía de a dos pesetas el kilo, o un cine pretendidamente erótico llevado a unos niveles de trascendentalismo que alejan al espectador. Yo he luchado por un cine sensual, con connotaciones morbosas. Rodar a dos follando lo hace cualquiera.
-Se le reconoce en el extranjero e ignora en España. ¿Resentido?
-No. ¿Con quién? Aquí me han tachado de cabrón pornógrafo pero nadie ha visto mis películas. La gente del cine español se divide entre los que me interesan -y no tengo por qué estar resentido con ellos- y los que ignoro. Qué culpa tienen estos de nacer así.
-En sus 'Memorias del tío Jess' (Ed. Aguilar), el jazz ocupa tantas páginas como el cine.
-El jazz sigue siendo importante en mi vida. Lo dijo un pedante enorme: el jazz es la manera de escaparse de la realidad y de proferir el grito que la sociedad no te deja dar.
-Su vida es la historia del cine español en lucha: contra la falta de medios y contra la censura.
-Más grave fue la censura, porque se puede hacer buen cine aunque tengas poco dinero. Pero si te cortan las piernas A mí me no me dejaron vivir desde la primera película. 'Tenemos 18 años' tiene cortes, me la clasificaron mal En Censura me decían: '¿Es que usted se cree un genio!'. No. Para nada. Pero mejor que los que reciben ayudas y premios, sí.
-¿Los censores sabían de cine?
-Los censores eran unos hijos de puta. Hoy hay una tendencia a salvarles alegando que no entendían, pero yo creo que sabían lo que hacían. Recuerdo a Marcelo Arroita Jáuregui, secretario de la Censura con Fraga Iribarne. Se masturbó al ver '99 mujeres' para calificarla. 'Fíjate si será pecaminosa que me he venido', me dijo. Debía de agradecérmelo, no enfadarse conmigo.
-Fernando Fernán-Gómez fue su compañero de correrías nocturnas en el Madrid de los 50 y 60.
-Es uno de los hombres más importantes que tiene el cine español, un artista del Renacimiento. Escribe novelas, guiones, dirige, actúa Se le minusvalora porque pica de todo, pero es un talento formidable, entre los tres mejores directores del cine español.
-Luis Buñuel.
-Comparto con él el honor de estar anatemizado por el Vaticano. Me lo dijo su guionista, Jean-Claude Carrière. Después nos hicimos amigos.
-Orson Welles.
-Ha pasado a la historia como un dilapilador de presupuestos, pero era un sambenito que le adjudicaron para joderle. Cuando rueda 'Cudadano Kane' y ridiculiza a William Randolph Hearst, este decide cargárselo. No mandó a dos gángsters de Chicago, sino que fue una muerte lenta, cerrándole puertas, poniéndole pegas Orson murió muy pobre y con una película terminada que no se ha estrenado ni lo hará nunca, 'El otro lado del viento', y un guión asombroso de 'El rey Lear' que debe de estar en manos de sus herederos.
«Hasta que palme»
-¿Guarda muchos recuerdos en su casa de Málaga?
-No. He tenido muchos problemas personales. Estuve casado una vez y mi mujer murió. A ella le di lo poco que conservé. No he sido un entomólogo que acumule cosas ni vivo de recuerdos. Mis recuerdos, mis películas en DVD, caben en una maleta. Eso me basta.
-¿Quiénes son hoy sus fans?
-Un puñado de chavales a los que les gusta el cine de verdad, el cine antiguo, con historias y emociones. Un director de cine no es Cervantes ni Einstein, sino un 'showman' que ofrece un espectáculo. Un gran director lo equiparo a un buen escritor de novelas cortas, nada más.
-¿A su sobrino el escritor Javier Marías le gustan sus películas?
-Yo creo que no. No las entiende. Es muy cinéfilo pero no le veo casi nunca. Ha hecho comentarios cariñosos hacia mí en sus columnas, pero no creo que haya visto más de tres películas mías.
-Un chisme biográfico. ¿Fue novio de Lina Morgan?
-Trabajé con ella en 'Vampiresas', en 1961. Si me hubiese ligado a todas mis actrices estaría hoy por los suelos. Lina era entonces muy joven, una segunda vedette de revista del teatro La Latina. La pobre todavía no hacía las muecas y payasadas de ahora.
-¿Conoce el término jubilación?
-Nunca. Hasta que palme. Tenía un amigo, Don Wayans, saxofonista maravilloso de Duke Ellington, que siempre decía que le gustaría morirse haciendo un solo. Y lo logró, en Estocolmo y a los 79 años. Sé que hay muchos directores que se aburren en su trabajo. Yo lo sigo encontrando apasionante.