Sonia Sotomayor. / Archivo
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Sonia Sotomayor: esa chica latina que tenía futuro

Tomó juramento como vicepresidente de Estados Unidos a Joe Biden

MADRID Actualizado: Guardar
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La primera mujer latina miembro del Tribunal Supremo de Estados Unidos, tenía nueve años y había decidido ser detective, como la heroína de sus novelas favoritas; pero era diabética. Entonces optó por ser juez, como los que aparecían en la serie 'Perry Mason'.

Sonia vivía en un barrio de protección oficial al sur del neoyorquino Bronx. Los pandilleros aterrorizaban a los niños, la droga consumía a los adolescentes y el alcoholismo, que acabó con su padre, dejaba a las familias en manos de mujeres solas con un sueldo miserable. Pero a Sonia nunca se le pasó por la cabeza que aquella pobreza y sus rasgos de niña puertorriqueña fueran un impedimento para su sueño. “Todos teníamos uno. Y yo era muy cabezota”, recuerda.

Así que estudió para ser la primera de su clase y logró una beca para entrar en una de las mejores universidades del mundo: Princeton. No sabía lo que era la discriminación positiva, pero adivinó en la mirada de sus compañeras que ser la primera de la clase no era suficiente si decidían, además, darte una oportunidad por ser latina. La despreciaban porque era una “cuota”.

Cuatro décadas después de aquellas miradas inquisitivas, Sonia tomó juramento como vicepresidente de Estados Unidos a Joe Biden. Era la primera vez en la historia que lo hacía una mujer latina. Y esa mujer era Sonia, la que pegaba a los que atacaban a su hermano pequeño en las calles y la que aprendió a sostener la mirada a quienes la veían como a una intrusa y consideraban su talento sospechoso, en un mundo de cerebros blancos que nunca tuvieron que cuestionarse ni justificar nada.

A Sonia nunca se le olvidaron esos ojos, esa obligación de demostrar el doble su valía. Simplemente dejó claro que era la mejor. Que su talento no proviene del color de su piel, que lo que es causa de discriminación no es un perverso privilegio, como creen todavía algunos, sino un derecho: el de tener una oportunidad, vengas de donde vengas, una llave para abrir una puerta. Y alguien tiene que dártela, porque no cae del cielo. (Más información en MujerHoy.com)