análisis

Turquía: Expectación Kurda

El líder carismático del PKK, Abdulah Öcalan, podría lanzar un llamamiento a un alto el fuego indefinido desde su isla-prisión de Imrali

MADRID Actualizado: Guardar
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¿Esta vez sí? Se amontonan con cierta velocidad los indicios de que el proceso – oficioso – de aproximación entre el gobierno turco y el PKK (“Partido de los Trabajadores del Kurdistán”) se acerca a la hora de los anuncios y se espera uno de peso: el jueves, el líder carismático del PKK, Abdulah Öcalan, podría lanzar un llamamiento a un alto el fuego indefinido desde su isla-prisión de Imrali.

Lo del jueves no es casual: ese día se festeja el “Nevruz” (el año nuevo kurdo) y la fecha, en realidad la salutación a la primavera inminente, se ha convertido en una cita obligada de reafirmación nacional en varias latitudes. Öcalan cumple en la penitenciaría citada una pena de cadena perpetua a la que fue condenado en el proceso que siguió a su arresto en 1999.

Hoy mismo está siendo visitado, con el visto bueno del gobierno turco, por relevantes miembros del ala política oficiosa del PKK, el llamado “Partido de la Paz y la Democracia”, que dispone de una treintena de diputados en el parlamento estatal. Encabeza la delegación uno de sus principales dirigentes, Selahattin Demirtas, que pasa por ser un defensor decidido de una apuesta por los medios estrictamente políticos para defender la reivindicación kurda.

La "nueva Turquía"

El criterio de recurrir a la política ha ganado peso porque, a fin de cuentas, si el Estado no termina de derrotar definitivamente la rebelión armada kurda, es aún más seguro que los kurdos militantes no podrán vencer ni a este gobierno (islamista-desarrollista) ni a otro que, eventualmente pudiera formar la oposición (“Partido Republicano del Pueblo”, heredero y depositario del viejo nacionalismo panturco del sacralizado fundador de la República, Ataturk).

La negociación, pues, se impone y desde la fortaleza que le da haber ganado tres elecciones legislativas sucesivas y disponer de una holgada mayoría en el parlamento, el muy enérgico primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, decidió sondear directamente donde había que hacerlo: en la celda de Öcalan quien, entre tanto, había hecho parte de su parte del camino con declaraciones moderadas y se percataba también de que no todos los kurdos sostienen necesariamente a la guerrilla para defender sus aspiraciones.

El PKK, en concreto, es considerado sencillamente terrorista por medio mundo y figura como tal en todas las listas solventes que proveen gobiernos democráticos. El punto muerto inherente a esta situación se había agravado, además, por un hecho que ha merecido poca atención: en el nuevo Iraq, post-Saddam Hussein (quien fue un temible adversario de la reivindicación kurda) se aceptó una situación estable y un punto extravagante que ha dado lugar a una autonomía con considerables poderes de auto-administración, aunque sin estatalidad y el liderazgo kurdo-iraquí, fundamental porque en las montañas de Kandil, en Iraq, está la retaguardia del PKK, desea, necesita una solución de estabilidad que salvaguarde su propio status. Es decir, hay varias reivindicaciones kurdas según los territorios. Y ahora, por si faltaba algo, la comunidad kurda de Siria, tras pensárselo mucho, ha basculado hacia la oposición armada, pero con su propia jefatura y su propia agenda.

Realismo útil

Todo esto es un gran cambio regional de valor estratégico y que el PKK y el venerado Öcalan no pueden ignorar. No se sabe con seguridad qué dirá en su esperado mensaje de “Nevruz”, que parece haber sido consensuado con el liderazgo de las comunidades kurdas en Europa (la de Alemania es particularmente nutrida y activa) y la dirección militar en Kandil. Pero se por hecho que, si quiere evitar una completa decepción, deberá llamar a un alto el fuego “de largo plazo”, es decir, indefinido en primera instancia.

Eso debería permitir la consolidación del embrionario proceso que solo podría tener un desenlace pactado y fructuoso para todos si se puede insertar en la Constitución, lo que será potencialmente más fácil que nunca porque, como prometió Erdogan en la última campaña electoral, está en vías de redacción, muy lentamente, una nueva. Entre paréntesis, en el nuevo marco legal, Erdogan, que domina la escena como pocas veces se ha visto en el país, impedido legalmente de ser de nuevo jefe del gobierno podría ser presidente de la República, que tal vez sea algo más presidencialista que la vigente…

Hay, pues, en la eventual solución de la disidencia kurda intereses diversos y expectativas también variadas. Tal vez el problema más arduo del gobierno sea atender debidamente las inquietudes de la oposición. El “Partido Republicano del Pueblo”, harto de rumores y de enterarse de lo que se tramaba por periodistas amigos y filtraciones de terceros, exigió del gobierno luz y taquígrafos en el parlamento. El gobierno ha aceptado el desafío y el parlamento tendrá un papel… pero con su cronograma. El que ahora llega a su momento crucial: lo que pueda suceder a partir de lo que el jueves diga un tal Abdulah Öcalan…