análisis

Malí: de sorpresa en sorpresa

Muere en combate 'Abu Zeid', jefe oficial de 'Al-Qaida del Magreb Islámico' para el Sáhara

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Súbitamente, como una derivada de la arriesgada decisión francesa de abrir el once de enero una fuerte intervención militar en Malí, se producen noticias de gran relieve en el escenario de la lucha material contra el terrorismo islamista en el Sahel, y se confirman ciertas innovaciones políticas que merecen un subrayado.

Entre las primeras, la muerte en combate de los dos líderes de los grupos militantes armados más buscados y activos, 'Abu Zeid', jefe oficial de 'Al-Qaida del Magreb Islámico' para el Sáhara, anunciada el viernes y solo horas después la de Mojtar Beljacem, jefe de un grupo responsable de secuestros varios y, sobre todo, de la gran operación de la toma de la planta de gas de Amenas en el sureste argelino a mediados de febrero, saldada con unos cincuenta muertos.

Se trata de dos hechos de gran importancia militar, incluido el hecho de que han muerto aparentemente y a falta de últimas confirmaciones, en combate en sus feudos del macizo montañoso de Ifoghas, en el noreste del Malí, adonde, por tanto, han llegado con fuerzas suficientes y voluntad de acabar con la insurgencia los destacamentos de intervención. Y aquí empiezan las novedades políticas: en ambos casos han sido contingentes chadianos, no franceses, los responsables de las audaces operaciones.

El factor chadiano …

Todos los observadores veteranos daban por hecho que París recurriría rápidamente a fuerzas del Chad bien entrenadas y leales al presidente Chéby para cooperar en Malí. La conveniencia de su presencia supera con creces a la dificultad política de su presencia (el Chad ni siquiera es parte de la 'Comunidad de Estados del Oeste de Africa', llamada a tomar el relevo de los franceses con aval de la ONU… por la buena razón de que no está en el oeste de Africa.

Pero su experiencia en la victoria en escenarios físicamente idénticos a los del Malí en su lucha contra las pertinaces rebeliones chadianas del pasado, su entrenamiento y su familiaridad con los códigos, los hábitos y el equipo militar del ejército francés, el de la vieja metrópoli colonial, es de un valor incomparable.

Nadie, que se sepa, ha hecho la menor objeción a la presencia de estas unidades chadianas de élite, transportadas por medios franceses (no hay frontera material con Malí en medio está Níger, donde hay también presencia francesa y se teme una irrupción de al-Qaeda en el contexto de la importancia de los yacimientos locales de uranio, muy protegidos ahora) y el éxito confirmará en términos prácticos la iniciativa francesa.

… y el factor argelino

La otra gran novedad política es que París parece haber tenido muy en cuenta la evaluación estratégica de los servicios argelinos sobre la efervescencia islamista en el Sáhara y el hecho nacional tuareg, el pueblo seminómada que todavía acampa entre los tres países y mantiene una reivindicación político-cultural que pareció conocer una deriva directamente secesionista en el norte del Malí a primeros del año pasado.

Al-Qaida, que se remite a una agenda transnacional y no atiende a fronteras, solo a conceptos como 'magreb' (occidente en árabe) o “sahara” (desierto), pareció alcanzar un acuerdo con el principal brazo de la efervescencia tuareg, el 'Movimiento Nacional de Liberación de Azauad' (una palabra beréber para 'tierra de los pastores nómadas' o semejante y ambos llegaron cómodamente al gran río Níger, tomaron Tombuctú, Gao y Kindal, partieron el país y desataron todas las alarmas.

París, sin embargo, no movió entonces un dedo militar y la situación duró medio año hasta que pareció que los islamistas, ya enredados en disputas con los tuaregs aliados de ocasión solo advertidas por observadores muy atentos, parecieron listos para avanzar hacia el sur.

Luz verde de Argel

Argel había mostrado algo más que reticencia a actuar militarmente en el Sahel y su Sáhara desde su particular y envidiable conocimiento de la situación política, tribal y militar de la región. Retuvo a París y, desde luego, convenció a Washington. Se ha escrito que Hillary Clinton, que visitó Argel, quedó impresionada con la visión que le presentó el presidente Buteflika… El episodio de la toma de la central gasística el mes pasado cambió ciertas cosas. Argel, más que puntilloso en lo tocante a soberanía nacional, resolvió el asunto sin la menor participación foránea y a la manière forte que todo el mundo esperaba liquidó a los asaltantes.

Mató a los yihadistas, muchos de ellos argelinos fieles a Benmojtar y acosó al resto hasta ponerlos en fuga, pero basta mirar un mapa de la región para entender hasta qué punto su acción aprovechó a los vecinos mancomunadamente interesados los países de la delgada frontera – una línea recta trazada en su día por el cartabón militar colonial – y fu un gran a la amenaza terrorista-islamista.

El macizo de Ifhogas es, de hecho un refugió trinacional, pero ahora ha sido hollado por poderosas fuerzas militares africanas operando con armas francesas, información americana (satélites y drones) y un cooperación argelina sorda que, entre otras cosas, ha ayudado mucho a conseguir un hecho esencial visible hace ya semanas en Malí: los tuaregs buenos 'del Movimiento Nacional de Liberación del Azauad' se han separado de al-Qaeda y combaten con las fuerzas francesas y malianas, mientras los tuaregs malos, los “Movimiento Árabe de Liberación”, minoritarios y débiles, se quedaron con los islamistas. Un cambio cualitativo decisivo que abona la vieja tesis argelina: con los aviones y los fusiles, algo de política y mano izquierda…