'MUNDO BRITISH'

Totnes, un pueblo sin Costa

Los ciudadanos de este pequeño y bucólico municipio británico han conseguido que una multinacional del café desista de instalar en él uno de sus establecimientos

MADRID Actualizado: Guardar
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Quedaría muy bonito pintar esta historia como una lucha entre David y Goliat en la que ha ganado David. Así lo han hecho algunos medios ingleses, intentando explotar esa alma rural que habita, pese a todos los procesos de industrialización y civilización, en el ADN de los británicos. Ocurre sin embargo que la pelea entre la multinacional del café Costa (una especie de Starbucks originario de las islas) y el pequeño pueblo de Totnes cuenta con otros detalles que la hacen menos idílica.

Sin ninguna duda, Totnes es un pueblo de cuento. Sus casitas de colores le confieren una indiscutible belleza. Sus estrechas calles y sus casas antiguas pero cuidadas son el refugio de muchos ricos de ciudad y también, de muchos neo-ecologistas que, sin embargo, no cambiarían las ventajas de la vida urbanita por irse a vivir al campo. Un paraíso que además, respeta al pequeño comercio. Por eso, el anuncio de que Costa quería instalar allí uno de sus establecimientos levantó en armas al pueblo, casi en el sentido literal.

Casi 6.000 de sus 7.500 habitantes firmaron una petición al Ayuntamiento de la ciudad para que impidiera el desembarco de Costa. Los vecinos utilizaron dos líneas principales de argumentación. La primera es que la presencia de un Costa podía romper el bonito paisaje urbano del municipio. La segunda y principal, que muchos de los pequeños cafés del municipio (concretamente, 42, ni uno más ni uno menos, según hicieron saber públicamente) estarían abocados al cierre si llegaban los amigos de Costa.

Acosados por la publicidad negativa que estaban sufriendo, los directivos de la multinacional decidieron darlo por imposible y desistieron. No habrá Costa en Totnes, lo que fue celebrado como una gran victoria por los lugareños y por muchos británicos, que en la web de la BBC, por ejemplo, han volcado sus comentarios ensalzando la lucha de un pueblo que ha peleado por seguir manteniendo la tradición: "Estoy de acuerdo con la gente de Totnes. Las calles de todo el Reino Unido son siempre iguales. Las mismas tiendas, los mismos cafés, los mismos sitios de comida. No hay ni creatividad ni variedad y unas son clones de otras", ha escrito Claire Cassady. Y sin embargo, los "cínicos" (como llaman, con un punto de ironía, en un reportaje de la misma BBC a quienes defienden la presencia de Costa en Totnes) se hacen unas cuantas preguntas: "Nosotros que somos tan liberales, ¿no estamos cayendo en el proteccionismo que criticamos?". "¿Por qué no permiten que abran el Costa? Si tan malo es para el pueblo, acabará cerrando porque nadie entrará en él… Dejemos que sea el mercado el que decida". "¿Son los ciudadanos de Totnes de primera y el resto de los británicos, que tienen que aguantar decenas de Costa, de segunda? Si esta empresa es tan mala, que la cierre el Gobierno". Y por último: "¿Qué pasaría si se preservaran todas las tradiciones? ¿Y si ningún paisaje cambiara jamás? ¿Existiría Nueva York? ¿O Londres?". Ahí, quizá, esté el debate.